Welcome to Portland Town
Calculo que entre pitos, flautas, unos sanfermines le salen a un casta por lo mismo que un viaje a Portland a un descastado. Da igual de qué Portland hablemos: la Portland de Inglaterra, la de Nueva Inglaterra, la de Oregón o la del Océano Índico. Por unos sanfermines dignos de tal nombre un casta entiende una juerga guisada según la clásica receta de Cecil B. deMille y Papi Hemingway: empezar con un terremoto y seguir subiendo hasta caerse del caballo o ser tumbado por la vaca.
Este cálculo lo echan por abril o mayo las tres cuartas partes de los pamploneses, por lo que la mitad de la población nativa se encuentra ahora en remoto paradero, o al menos en Sant Feliu de Guixols. Todos esos descastados se perdieron el terremoto que ayer desató el Portland San Antonio, equipo deportivo local, cuya gesta europea le granjeó el raro privilegio de ser inmortalizado junto a la castiza alcaldesa de la ciudad (cuya alegre presencia en la fotografía siempre agrada) y de prender la pólvora.
Ayer Pamplona fue Portland Town. Regularmente es Volkswagen City. En Pamplona y circunvalaciones puede que no esté del todo bien indicada la dirección a San Sebastián, pero la dirección a la fábrica de Volkswagen no tiene pérdida. Con la huelga de la Volkswagen en puertas del terremoto, negros nubarrones se cernían sobre la ciudad del Arga: si los teutones llegan a decidir fabricar el Polo en Bratislava, en vez de en su lugar natural (el Arga), hubiéramos perdido lo que Osasuna retuvo en San Sebastián de aquella manera: la máxima categoría.
En Cementos Portland (Olazagutía) siguen de huelga, pero ahí no se juega la permanencia que se jugó en Volkswagen. Hemos retenido el Polo y la categoría. Permanecemos idénticos a nosotros mismos. Pamplona es una fiesta y la alcaldesa, castiza como el que más, recorrerá el maratón ascendente que nos aguarda con su natural y fotogénica alegría. 'Welcome to Portland Town and Polo City'.