''¡Pero si los catalanes tienen una virgen negra!'

En la década de 1960 Cataluña recibía inmigrantes por centenares de millares y entonces, en 1964, Francesc Candel escribió un libro -Los otros catalanes- que contribuyó en gran medida a facilitar su acogida. Ahora opina sobre los miedos provocados por la inmigración de la última década en algunos medios sociales y políticos.

Pregunta. ¿Qué impresión le produce que, a estas alturas, alguien como Heribert Barrera diga que la emigración no ha aportado nada a Cataluña?

Respuesta. No tengo nada contra Barrera. Es una persona cordial y tenemos una buena relación. Aunque no es la primera vez que topamos por su idea de la catalanidad, que basa sobre todo en la lengua y la cultura. Creo que debería tener más cuidado porque con esas cosas que dice hiere a mucha gente. Y, además, esto que ha dicho de la pena de muerte...

P. Usted también votó la supresión, en el Senado.

R. Sí, y estoy muy orgulloso por ello. ¿Por qué duda de haberla suprimido? La excusa que dan de que mucha gente piensa esas cosas no es válida. Mucha gente pide la pena de muerte para los ladrones y los violadores, pero yo no la quiero para nadie.

P. ¿Cree que Cataluña corre realmente riesgo de desaparecer, como teme Barrera, si continúa el flujo de inmigrantes?

R. El error está en hacer predicciones de este tipo. Tal como está el mundo, con los medios de comunicación a escala planetaria, después de que hasta el comunismo haya desaparecido, ve a saber qué pasará... ¡Si de cada cuatro cosas que piensas que van a suceder, pasa la quinta!

P. ¿A qué atribuye ese temor?

R. A que realmente se cree que puede suceder, pero no sucede. Yo de joven pensaba que la fotografía haría desaparecer a la pintura, y no ha sido así. Vino el arte abstracto y ha seguido evolucionando. Las culturas se mueven, se compenetran, pierden, ganan...

P. ¿Puede existir Cataluña si se pierde el catalán?

R. No estoy del todo de acuerdo con esto. Mire el País Vasco. Cataluña sería poca cosa si sólo se compusiera del idioma. Pero, claro, hay que procurar enseñarlo al máximo.

P. ¿Qué similitud hay entre las oleadas inmigratorias de las décadas de 1920 y 1960 y la actual?

R. La gente se va en busca de trabajo y para mejorar, igual los de antes que los de ahora. Pero también hay una gran diferencia, y es que los de las décadas de 1920 y 1960 nunca fueron ilegales, ni sin papeles, ni irregulares, ni extranjeros...

P. Pues no es poca diferencia.

R. Antes aquí se llamaba andaluces a todos los inmigrantes, aunque fueran murcianos, aragoneses, etcétera. Pero todos eran católicos, apostólicos y romanos, incluso los ateos. Con los de ahora no es así. Los catalanes les entendían porque conocen el castellano y las lenguas son muy parecidas; ahora, aquellos que emigraron aquí entienden el catalán y algunos lo hablan.

P. ¿No será posible eso con los actuales inmigrantes?

R. Antes, el extranjero para los de aquí era la rubia nórdica con la que todos querían ligar. Ahora hay una diferencia con el inmigrante en la comida, la religión, las costumbres. ¡Pero si los catalanes tienen una virgen negra, que además es su patrona!

P. ¿Usted esperaba de Barrera que justificara a Haider?

R. No hay ninguna razón moral para defender esto. En el siglo XXI estamos en una sociedad en la que desaparecen muchas cosas, también lenguas. Y nos colonizan a todos por la radio y la televisión. Sabemos más cosas de la historia de Estados Unidos que de lo que sucede en Cataluña.

P. Y van a seguir llegando inmigrantes.

R. Hay una razón humana sobre la emigración, y es que la gente tiene derecho a ir a donde quiera para mejorar su situación. Hay gente nacionalista catalana que comprende este derecho de los inmigrantes. A mí me preocupan mucho también otros aspectos de todo esto de los que no se habla.

P. ¿Por ejemplo?

R. Que unas declaraciones desafortunadas ocupen más espacio en los medios de comunicación que los 15 cadáveres de inmigrantes encontrados ayer en Tarifa.

P. ¿Cree de recibo que se especule con el coeficiente intelectual de las personas, negras o blancas?

R. La ciencia está harta de decir que todo esto no es verdad. Y de negar que haya razas. Le diré una cosa: si los negros fueran menos inteligentes, ¿a mí qué? ¿Es que por eso tendrían menos derechos?

P. ¿Qué le parece la solución de Barrera para El Ejido, eso de expulsar extranjeros para poner trabajadores del país?

R. Además de muy fuerte, no tiene en cuenta la realidad. Quienes contratan inmigrantes son de El Ejido; no encuentran gente de allí para trabajar en los invernaderos, y menos por esos precios. Pero decir cosas como esas influye muy negativamente sobre la imagen de los catalanes. Los anticatalanistas dicen: miren, miren. Y el PP está en campaña.

P. ¿Qué impresión le produce el conjunto de opiniones de Barrera?

R. Que él y quienes piensan esas cosas son unos grandes miedosos. Es el miedo al extranjero, que todos tenemos.

P. ¿Cree que el número de extranjeros que hay en Cataluña justifica este miedo?

R. No. ¡Si no llegan ni al 3%! La emigración interna de España ha llegado a suponer el 50% de la población. De manera que incluso si sumaras ese 50% más el 3%, tampoco habría para tanto.

P. ¿Qué habría que hacer ante esta nueva inmigración, en su opinión?

R. Que vengan, que recen y canten como quieran, y nosotros también. ¿Pero que no ven que vienen aterrorizados, desesperados?

P. ¿Le decepciona que, casi 40 años después de publicar Los otros catalanes, haya todavía quien opine así?

R. Sí, y más todavía cuando ves que hay gente de la emigración anterior que también tiene este miedo. Que teme perder el bienestar que ha conseguido. Un día fui a un acto en el que había un colectivo de magrebíes con una pancarta que decía: Queremos ser tratados como los otros catalanes. Eso me emocionó.