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Reportaje:LOS INFIERNOS DE LOJA (GRANADA) | EXCURSIONES

El averno acuoso

Los 2.000 manantiales existentes en Loja originan espectaculares saltos de agua como el de Cola de Caballo

Juran los lugareños que en Loja nunca ha faltado agua. Ni siquiera en los últimos años de sequía, cuando las restricciones atormentaron a media Andalucía. Al cielo no deben su fortuna, porque las nubes no descargan con demasiada generosidad en la comarca granadina del Poniente. Muy al contrario, su tesoro mana directamente de las entrañas de la tierra en forma de agua cristalina y rica en minerales, especialmente azufre. No es raro, por tanto, que a la garganta en la que convergen el río Genil y una espectacular catarata de 25 metros de altura originada por un manantial próximo haya sido bautizado como los Infiernos de Loja.

En esta localidad, distante 54 kilómetros de Granada, la tierra llora a través de 365 manantiales que se elevan a unos 2.000 si se cuentan todos los existentes en su término municipal. El origen de esta riqueza de surtidores se encuentra, según el cronista oficial, Rafael del Rosal, en las cercanas sierras de Loja y Alhama. 'Son auténticas esponjas, quizás con cuevas y lagos interiores, que absorben la lluvia y la rezuman poco a poco', explica.

Uno de estos manantiales, conocido como La Presa, es el que origina el gran salto de agua de Cola de Caballo, que se derrama en los Infiernos de Loja. Este pintoresco paisaje se encuentra apenas a tres kilómetros del centro de la localidad y es una profunda garganta de unos 300 metros de longitud esculpida en la roca durante siglos por el paso del principal afluente del Guadalquivir.

'Lo más chocante de este lugar es su situación', indica José Luis Caro, miembro de la Asociación de Comerciantes Lojeños y guía en esta excursión. En efecto. A sólo unos metros del vacío, nada hace presagiar al visitante que en medio de la rica y llana vega en que se encuentra se abre semejante garganta.

Pero las paradojas no concluyen ahí. Curiosamente, a los Infiernos se entra por una pradera, verde en esta época del año, donde mana la Fuente del Paraíso. 'Da un agua muy fresca, y antiguamente', recuerda Del Rosal, 'la gente iba allí a merendar los domingos'.

'Hoy la visita a los Infiernos no es tan agradable', lamenta Caro. Aunque el Consorcio para el desarrollo del Poniente granadino ha instalado un mirador de madera frente a la Cola de Caballo, las aguas del río bajan muy turbias y el cauce, a su paso por la garganta, acumula gran cantidad de basura. 'Los comerciantes han pedido al Ayuntamiento de Loja que acondicione la zona para el turismo y a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que limpie el río', señala Caro.

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A pesar de estos inconvenientes, la visión de la cascada, que escupe unos 1.200 litros de agua por segundo, resulta espectacular. Los Infiernos de Loja, denominados Altos en esta zona, tiene su continuidad a unos cinco kilómetros en dirección sur, hacia Málaga. La garganta de los Infiernos Bajos, 'aunque mayor que la de la parte alta', aclara Caro, es menos atractiva porque carece de cascadas.

La sed de Felipe III

La visita a este averno acuoso debe continuar por las decenas de fuentes que salpican las calles de Loja, como la de los 25 Caños, el Borbollote y, sobre todo, Fuente Santa.

De este surtidor se aprovisionó en el siglo XVI la Corte española durante una década. 'Sus aguas sulfurosas tienen propiedades medicinales y resultan muy eficaces contra enfermedades de la piel. Por ello, Felipe III pidió en 1570 que se la hicieran llevar en cántaras precintadas y lacradas con un sello real que aún se conserva en el Ayuntamiento', relata el cronista.

La fama de esta fuente fue tal, rememora Del Rosal, que hasta Loja llegaron en aquella época 'miles de leprosos', para los que el rey mandó construir unos baños y un pilar de estilo renacentista que todavía permanecen en pie, aunque en muy mal estado. Estas instalaciones se cerraron una década después, 'porque las autoridades consideraron que la avalancha de tullidos perjudicaba a la ciudad', asegura el cronista.

Los Infiernos de Loja.
Los Infiernos de Loja.JUAN BARRIO

Truchas y garzas reales

- Dónde. Para llegar a los Infiernos de Loja no hace falta ser un gran pecador. Basta con acceder al municipio a través de la A-92 y, una vez en sus calles, adentrarse en la barriada de La Esperanza, a tres kilómetros del centro. Allí, es conveniente preguntar por la almazara, aparcar el coche y recorrer los 300 metros de vega que la separan de la Cola de Caballo. - Cuándo. La cascada tiene agua todo el año, aunque es más abundante durante los deshielos de primavera, estación recomendable para evitar los helados vientos que soplan en la zona. - Alrededores. En Río Frío, a 7 kilómetros de Loja, puede practicarse la pesca de trucha o, directamente, degustar este pescado acompañado de porra antequerana en los restaurantes del lugar. En la piscifactoría, de octubre a mayo, puede verse la colonia de garzas reales que allí anida. - Y qué más. Información adicional en el Patronato de Turismo de Loja (958 323 949).

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