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Memorias del 'Exodus'

En el verano de 1947, durante tres largas semanas, más de 4.500 judíos -muchos de ellos supervivientes de los campos de concentración nazis- permanecieron hacinados bajo un sol asfixiante a bordo de tres barcos-prisión británicos en Port-de-Bouc, al este de San Rafael. Los judíos procedían del Exodus, buque que había sido rechazado por los mandos británicos en Palestina, donde querían empezar una nueva vida.

El Exodus, fletado por la organización clandestina judía Hagana, era un barco fluvial estadounidense llamado Presidente Warfield. Nunca fue construido para transportar a miles de pasajeros en mar abierto. El Exodus arribó a las costas de Palestina en un intento por burlar el bloqueo británico, país que por aquel entonces tenía el mandato internacional sobre aquel territorio, y había prohibido nuevas inmigraciones. En un incidente frente a las costas palestinas, tres judíos del Exodus perdieron la vida y decenas resultaron heridos. La reacción fue fulminante: las autoridades británicas del aquel territorio transfirieron los pasajeros del Exodus a tres barcos-prisión y los enviaron de vuelta a Francia el 19 de julio de 1947. Los tres navíos llegaron a Port de Bouc diez días después. Y allí permanecieron los pasajeros del Exodus encerrados hasta el 29 de agosto. Los judíos se negaban a abandonar los barcos, pues su objetivo era llegar a lo que un año después sería el Estado de Israel. Las autoridades francesas rechazaron la posibilidad de forzarles a dejar los barcos. Los periodistas se acercaban a ellos en pequeñas barcazas y les entrevistaban desde el mar, obteniendo muchos testimonios desgarradores que encendieron a miles de judíos en todo el mundo. El asunto de los pasajeros del Exodus se convirtió en un desastre de imagen para el Reino Unido, que no supo en ningún momento cómo manejarlo.

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La opinión pública internacional se alineó con los más débiles, con los pasajeros. Comenzaron a escucharse voces, sobre todo en Estados Unidos, que pedían una solución humanitaria. Un diario francés calificó esos barcos de 'Auschwitz flotantes'. El actual himno de Israel hace referencia a aquellos personajes, que en la mitología local del Estado judío se les considera pieza clave en la creación de una entidad nacional.

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