La Pedrera exhibe en Barcelona el fugaz pero intenso periodo del arte fauvista
"Pueden decirnos que no somos originales. Grandes museos han revisado recientemente el arte fauve. Pero en este caso, no ser original me alegra, porque quiere decir que existe un sintonía generalizada por mostrar este periodo de la historia del arte", dijo José Luis Giménez-Frontín, director gerente de la Fundación Caixa de Catalunya, en la presentación en La Pedrera de Los años fauves. 1904-1908. La exposición, organizada y producida por la propia fundación, permanecerá abierta hasta el 7 de enero de 2001.
La exposición resume en 65 óleos y 25 grabados este breve pero intenso periodo del arte del siglo XX que, a pesar de sus enfrentamientos estilísticos, estableció una continuidad rupturista entre el impresionismo y las nuevas corrientes de vanguardia que aparecerían más tarde. Gilberte Martin-Méry, conservadora jefe honoraria de los Museos de Francia, es la comisaria de la exposición Los años fauves 1904-1908. Martin-Méry considera este movimiento breve pero muy cohesionado y el inicio de una manera moderna de proyectar el arte. "A principios del siglo XX, todos los diarios de París tenían su crítico de arte. Fue precisamente desde la prensa donde se acuñó el término fauves", explicó en la presentación de la exhibición. La comisaria aludía al crítico Louis Vauxcelles que, en el Salon des Indépendents de 1906, bautizó al grupo mediante el comentario de dos esculturas clásicas de Albert Marque, situadas en el centro de una sala y rodeadas por pinturas fauves de colores atrevidos y chillones: "Es Donatello entre las fieras [fauves]", dijo. El movimiento fauvista se basaba en la potenciación en los lienzos de la energía y el color, presentados de manera opuesta a la tradición impresionista, que los pintores fauves consideraban superficial por limitarse a plasmar impresiones ópticas. El movimiento fauvista tenía a Van Gogh y Gauguin como puntos de referencia precedentes y a la obra de Henri Matisse, uno de los puntos de mira más cercanos en los que calibrar su trabajo. A juicio de la comisaria de la exposición, otro de los trazos distintivos del movimiento fue la gran camaradería y la relación que existía entre sus integrantes. "Todos ellos se entendían muy bien, prácticamente vivían juntos". Un tercer aspecto relevante en la intensidad de esta corriente fue la apuesta de muchos galeristas, que incluso hicieron ir a París a muchos coleccionistas desde Rusia, lo cual confería al fauvismo una dimensión amplia e internacional.
La exposición se inicia con lo que se considera que fueron las obras precursoras de este movimiento, para pasar a un espacio dedicado a Matisse. Junto a él nombres como André Derain, Jean Puy, Raoul Dufy, Albert Marquet y Georges Braque, entre otros. Como novedad también se presenta una serie de grabados en blanco y negro, ya que Matisse decía: "El negro es también un color". Los artistas de los que se presenta obra gráfica son Derain, Dufy, Émile Othon Friesz, Marquet, Matisse, Louis Valtat y Maurice de Vlaminck.
Isabelle Monod-Fontaine, directora del Musée National d'Art Moderne, Centre Georges Pompidou, que ha aportado 12 de los cuadros expuestos, explica: "La exposición muestra la luz del norte y también la del mediodía francés, donde pintaron varios de los artistas presentes en la exposición". La exhibición finaliza con un apartado que muestra la interacción entre los artistas fauvistas ya que se presentan muchos de los retratos que se realizaron entre ellos.
El fauvismo entró en recesión cuando aparecieron los primeros trabajos cubistas -como Las señoritas de Avignon, de Picasso, en 1907-, pero su influencia fue patente en los pintores expresionistas alemanes, tanto en los miembros de Die Brücke, en Dresde, como en los de Der Balue Reiter, en Múnich.
