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57º FESTIVAL DE VENECIA

La Mostra finaliza hoy sin la presencia de una película indiscutible

Bardem, Altman, Ruiz, Frears, Oliveira y Zhangke, posibles premiados

El español Javier Bardem es reconocido aquí como el más claro aspirante a la Copa Volpi al mejor actor por su trabajo en Antes del anochecer, película que hay quienes consideran también aspirante a uno de los premios que esta noche dará a conocer el jurado de esta edición de la Mostra, que preside el director checo Milos Forman. Ayer finalizaron las proyecciones de las películas en concurso sin que surgiera la obra importante que hemos esperado aquí en vano durante las dos últimas semanas.

Junto a Javier Bardem suenan como aspirantes a premio el británico Stephen Frears por su dirección de Liam; el estadounidense Robert Altman por El doctor T y las mujeres; el chileno afincado en Francia Raúl Ruiz por La comedia de la inocencia; el chino Jia Zhangke por Platform; el portugués Manoel de Oliveira por Palabra y utopía; el francés Barbet Schröder por La Virgen de los Sicarios; el iraní Jafar Panahi por El círculo; y el italiano Marco Tullio Jiordana por Los cien pasos.No es fácil aventurar cuál de estas películas ganará esta noche el León de Oro, porque no hay en el concurso de este año ninguna obra que se eleve por encima del rasero de lo simplemente brillante o del buen cine correcto y alcance la inconfundible singularidad y la elevación de lo inédito o lo clásico excepcional. Sólo las películas de Oliveira, Frears y Schröder se asoman un poco por encima de las otras, pero no lo suficiente para considerarlas merecedoras absolutas, rotundas e indiscutibles de la dorada estatua del viejo león alado veneciano.

Suena demasiado para sus merecimientos Los cien pasos, que está empujada sin mucho pudor -o, si se quiere, endureciendo la cosa, impúdicamente- por algunos empujadores profesionales del cine italiano. La película de Jiornada cuenta una magnífica historia real, muy bien documentada y escrita, pero está realizada de forma bastante plana, sin destellos de talento ni indicios de excepcionalidad en la imagen. A lo singular quiere llegar también otro filme italiano, La lengua del santo, dirigido por Carlo Mazzacurati, pero se queda corto y no llega; mientras, Dientes, dirigida por Gabriele Salvatore, no es que se quede corta, sino mucho peor, pues se mueve bajo mínimos, en un intento desquiciado de hacer realismo crudo que finalmente se ve reducido a un confuso fantaseo sucio, a un puerco galimatías. Puerca es también la paupérrima metáfora, trufada con pornografía intelectual completamente lúgubre, del filme portugués El fantasma, dirigido por João Pedro Rodrigues. Quiere ser una provocación y se queda en una porquería. Quiere ser una película transgresora, que explícitamente filma masturbaciones, felaciones y enculamientos, pero se limita a ser un eficaz caso de cine puritano y conservador, de los que convierten la castidad en un paraíso. Y algo parecido le ocurre a la coreana La isla, dirigida por Kim Ki-Duk, que no hace explicitudes genitales pero sí excrementales, como un enfático plano casi vertical, de abajo a arriba, del ano del protagonista en trance de arrojarnos a los ojos una auténtica moñiga, una cagada en toda la regla. Y lo más grave es que este filme está admirablemente interpretado y dirigido con un estilo exacto y vigoroso. Todo lo contrario que la australiana La diosa de 1967, de argumento muy simpático y original, pero dirigida con mucha retórica visual, muchas imprecisiones, además de con arritmia y petulancia por la china Clara Law, que también suena aquí como aspirante a un premio.

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