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La Gran Vía cambia de imagen

Vicente G. Olaya

La Gran Vía, posiblemente la más conocida de las calles de Madrid, cambiará radicalmente de aspecto antes de que acabe 2002. El Ayuntamiento quiere eliminar los chirimbolos actuales que se levantan sobre sus aceras, llenar la avenida de bancos más cómodos y de madera, sustituir los pavimentos de cemento por otros de granito y dar cierta continuidad estética al mobiliario urbano. Tanta importancia da el Consistorio a la futura imagen de esta avenida de 1.316 metros que, en el concurso convocado, valorará más el diseño del proyecto que la oferta económica de las empresas interesadas.La Gran Vía surgió a principios del siglo XX como una solución urbana al conglomerado de viejas manzanas que conformaban el entramado céntrico de una ciudad en continuo cremiento. El 3 de abril de 1910 Alfonso XIII golpeó con una piqueta la llamada Casa del Cura como señal del inicio de una obra sin precedentes en Madrid: la creación de una gran avenida cuyas obras se prolongarían hasta 1929.

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Las abigarradas calles y manzanas existentes (se demolieron 327 inmuebles, se suprimieron 14 calles y se modificaron otras 34) fueron dando paso así a construcciones de estilo neobarroco, neorrenacentista y modernista cuyos bajos se cubrieron de bancos, cafés, cines, teatros, salas de fiesta y hoteles. Pero el paso de las décadas y los diversos elementos urbanos que han ido levantándose sobre sus aceras han hecho perder a la avenida su espíritu inicial de homogeneidad.

El pliego de condiciones de esta obra, que saldrá a licitación por 890 millones de pesetas, deja libertad a sus creadores para diseñar el próximo aspecto de la vía, aunque les impone una serie de condiciones técnicas que determinarán el carácter final de la obra.

A pesar de que la futura Gran Vía será más luminosa que la actual (habrá un punto de luz cada sólo 12 metros), sus diseñadores estarán obligados a reducir "la contaminación lumínica" que produzcan las nuevas farolas y a instalar bombillas de bajo consumo que recorten la factura eléctrica. Los asociaciones de astrónomos siempre se han quejado de que las farolas de la ciudad iluminan no sólo las calles, sino también el cielo, al contar con puntos de luz de tipo globo, lo que, además de ser un despilfarro económico, dificulta enormemente su trabajo: cuanta más contaminación lumínica se produce, menos estrellas se ven.

Por esta razón, cientos de luceros han desaparecido en los últimos años de una ciudad que presume con el dicho "de Madrid al cielo". Además, las nuevas farolas deberán tener una superficie rugosa para evitar "el pegado de publicidad".

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El Ayuntamiento no quiere que el nuevo mobiliario urbano moleste a los viandantes; por eso, habrá de agruparse próximo a las aceras. Se reservará una franja de 2,4 metros en el tramo de la calle comprendido entre plaza de España y la Red de San Luis, y de 1,2 metros entre la Red de San Luis y la calle de Alcalá, para estos elementos.

A principios de 1995, el Consistorio adjudicó a la empresa Cemumasa la explotación durante 15 años de más de 1.500 muebles urbanos (chirimbolos) por 2.400 millones de pesetas. La polémica estalló cuando se descubrió que los armatostes respondían a una estética no del todo acorde con la tradicional de la ciudad. El Ayuntamiento, a pesar de las críticas, mantuvo la adjudicación y llenó la ciudad de estos muebles. Pero ahora, en la rehabilitación de la Gran Vía, el equipo municipal ha terminado reconociendo que no quiere chirimbolos en la vía más emblemática de la ciudad. "Las columnas informativas [chirimbolos] se eliminarán definitivamente de sus emplazamientos en Gran Vía", se lee en el pliego de condiciones.

Los estorbos (algunos tienen 4,38 metros de altura) tendrán que ser rediseñados, al igual que les ocurrirá a las marquesinas de los autobuses, a las cabinas telefónicas y a los indicadores de aparcamiento.

Los actuales quioscos también sufrirán modificaciones. "Los de fábrica [de ladrillo] se demolerán" y serán "sustituidos por modelos homologados", aunque el Ayuntamiento deja las manos libres a la empresa para proponer "modelos nuevos" y hasta ahora desconocidos en la ciudad. En la Gran Vía existen 13 quioscos de prensa (uno de ellos abandonado), cinco de tabaco, tres de lotería, uno de chucherías y otros tres más de la ONCE, aunque uno de éstos también está desasistido.

El pavimento de cemento de las aceras será sustituido por placas de granito. Sobre ellas se situarán los nuevos bancos, de madera y con respaldo, papeleras con tapa y sin desagüe y barandillas "de aspecto ligero".

"Es tan importante para el Ayuntamiento el aspecto estético que ha considerado conveniente, a través de los pliegos del concurso, primar en el baremo de adjudicación la calidad del diseño propuesto frente a otros aspectos tradicionalmente tan relevantes como el precio ofertado", explicó la concejal de Obras, Elena Utrilla. Los trabajos comenzarán a final de año.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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