La ponencia política de los socialistas vascos fija como objetivo sacar al PNV del Gobierno de Vitoria

La ponencia política que los socialistas vascos debatirán en su próximo congreso de noviembre plantea como objetivo, en la "actual etapa histórica", que el nacionalismo "pase a la oposición o al menos salga de Ajuria Enea", como la única posibilidad para "sanear y democratizar la política vasca". Sin embargo, los socialistas diferencian dos planos de su estrategia, la gobernabilidad y la pacificación. En ese último aspecto apuestan por el diálogo con los nacionalistas y critican al PP por hacer "revanchismo" al aislar al PNV. La ponencia política se mueve entre esos dos topes. Oposición dura pero constructiva frente al Gobierno nacionalista en minoría, y puerta abierta al diálogo a los partidos que lo forman (PNV y EA) para conseguir la paz.La ponencia marco que el Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) debatirá en su cuatro congreso ha sido ya aprobada por la comisión ejecutiva y remitida al comité nacional, que se reunirá la próxima semana.

El secretario general de los socialistas vascos, Nicolás Redondo, trasladó ayer estas ideas al presidente del PP en el País Vasco, Carlos Iturgaiz, durante un almuerzo en Bilbao. Redondo comunicó al líder popular su disposición a ejercer una oposición dura al Gobierno de Ibarretxe, pero le pidió a cambio que rompa su incomunicación con el lehendakari y los dirigentes del PNV.

Bajo el epígrafe de "imposibilidad de colaboración institucional con el nacionalismo", la ponencia del PSE describe el Gabinete de Ibarretxe como "el peor Gobierno que ha tenido la comunidad vasca desde la transición". Un Ejecutivo "débil y claudicante, enfrentado desde hace tiempo a la opinión pública mayoritaria". El PSE ratifica que ni puede ni debe contribuir al sostenimiento de un Ejecutivo "a la deriva" y mucho menos plantearse cualquier tipo de colaboración con él. "La extrema debilidad de Ibarretxe", cita la ponencia, "le impide ejercer ningún tipo de liderazgo". Además, le reprocha un episodio muy concreto: "Los socialistas nunca vamos a olvidar su actitud tras el asesinato de Fernando [Buesa]", un comportamiento que el texto califica de "grosero" y que hace extensivo a otros dirigentes nacionalistas.