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JUEGOS OLÍMPICOS DE 2000

La desgracia de un chico alegre

La muerte por atropello del velocista Hyginus Anugo causa conmoción en Sydney

Una vida tranquila

"Rafa, Anugo muerte (sic) accidente de moto". Este terrible mensaje lo recibió ayer en su teléfono móvil el técnico de atletismo Rafael Blanquer. Eran alrededor de las 9.30 hora española en Singapur. Lo remitía la nigeriana Glorie Alozie, una de las pupilas de Blanquer, y anunciaba la muerte por atropello en Sydney de otro de los atletas del entrenador español en el equipo Terra i Mar, el cuatrocentista nigeriano Hyginus Anugo, de 22 años. Glorie y Anugo eran novios. Al principio Blanquer quiso pensar que se debía tratar de un error achacable al mal uso del castellano de Alozie, la subcampeona del mundo de 100 metros vallas, que apenas habla el español. Pero no había más error que en el causante del atropello de Anayo: no fue una moto sino un coche, según se supo más tarde. Blanquer trató de hablar directamente con Alozie, que se hallaba en Japón compitiendo en un torneo, pero no lo logró hasta pasada una hora. Alozie, destrozada, le dijo a Blanquer que no correría en los Juegos de Sydney. Que se marchaba a Nigeria al entierro de su novio.La noticia conmocionó a los atletas españoles que pasaron ayer el día en Singapur en la escala del trayecto hasta Adelaida. Sobre todo a los compañeros de equipo del fallecido: Venancio José, Concha Montaner, José Antonio Redolat o Norfelia Caraballi. Previamente, en el vuelo desde Madrid a Singapur, Blanquer había expresado su gran satisfacción por poder contar con 19 atletas de su equipo, Valencia Terra i Mar, para disputar los Juegos. Una cifra altísima para un conjunto español. "Seremos uno de los equipos con más atletas en Sydney". "Anugo había preparado los Juegos con mucha antelación. Estaba muy ilusionado. Glorie estará destrozada", se lamentó Caraballi.

Anugo llegó a Valencia hace dos años de la mano Glorie Alozie. El joven cuatrocentista afrontaba sus primeros Juegos; en Sydney acudía para reforzar el relevo 4x400 nigeriano. "Era un chaval abierto, dicharachero, que siempre estaba gastando bromas", contaba ayer aún consternada la maratoniana valenciana Marta Fernández de Castro. Anugo mantenía una excepcional relación con todos los miembros del equipo. "Era un chico extrovertido que siempre se estaba riendo", afirmó Santiago Sánchez, secretario del Terra i Mar.

En España, Anugo había encontrado la estabilidad y tranquilidad que necesitaba para entrenar. Todos los días comía junto a Alozie en un bar que se encontraba a escasos metros del piso que compartía con su novia. Todo lo tenía a tiro de piedra: el restaurante, la pista de atletismo del cauce del río Turia donde se entrenaba, un centro comercial al que acudía a comprar y pasear...El Terra i Mar le pagaba el piso, la comida y le daba unas 50.000 pesetas mensuales para gastos. Al tratarse de un atleta anónimo, aún no disfrutaba de las ventajas de los contratos publicitarios. Él confiaba en progresar como la había hecho Glorie, quien antes de llegar a Valencia era una atleta discreta y con Blanquer se convirtió el año pasado en Sevilla en subcampeona mundial. Anugo también había competido en Sevilla. Últimamente había estado a punto de bajar de los 46 segundos en 400 metros.El presidente del Comité Olímpico de Nigeria, Oluyomi Adeyemi-Wilson, confirmó ayer que Anugo fue atropellado en un suburbio al suroeste de Sydney. El atleta nigeriano fue arrollado cuando intentaba cruzar una calle del suburbio de Sefton para subirse a un autobús. Ese mismo día, la federación de atletismo de Nigeria le había comunicado que le descartaba para integrar el equipo de relevistas: de los ocho que viajaron sólo podrían competir seis.

Según Adeyemi-Wilson, es la primera vez que sucede este tipo de accidente en la historia de Nigeria. La muerte de Anugo ha causado una profunda conmoción en la expedición africana.

Mientras tanto, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, rindió tributo al deportista nigeriano. Samaranch mencionó a Anugo cuando se refirió a los deportistas olímpicos que murieron en conflictos y durante los Juegos Olímpicos. Quinientas lilas, una por cada atleta fallecido, fueron colocadas en la Fuente del Recuerdo, frente al monumento de los Caídos en Guerras, en el parque Hyde de la ciudad de Sydney.

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