Sin víctimas ni dolor
Observo con serena desolación cómo en el mismo periódico se transmite la rabia por la muerte violenta y premeditada de un ser humano al tiempo que se informa desde la apología más brutal sobre la próxima feria taurina. Y me pregunto qué obsceno mecanismo mental acaba aceptando como natural la tortura pública de seres inocentes mientras rechaza con razonable indignación la muerte de una persona. Realmente, la mentalidad especista no es moralmente más defendible que la de los talibanes afganos que niegan los derechos más elementales a sus mujeres, o la de los skin-heads que salen con su estética siniestra a la caza del moro o del maricón.Lo repito una vez más. No existe un dolor específico de los pollos y otro de las mujeres, de los toros o de los niños. Existe solo la terrible experiencia del dolor, tan indeseable y lesiva para unos como para otros, independientemente de la especie biológica del individuo que la padezca. Hay pocas realidades tan patéticas y al mismo tiempo tan reveladoras en esta sociedad como la víctima que ejerce de verdugo en cuanto tiene la mas mínima oportunidad.
Conozco personas que luchan contra el sufrimiento gratuito de los demás, sean éstos humanos o pertenezcan a ese colectivo al que llamamos "animales". Son tipos decentes. Probablemente, los más decentes. Auténticos revolucionarios cotidianos que tienen que soportar la hostilidad e incomprensión constante de quienes sí justifican la violencia más atroz si con ello satisfacen cuestiones tan triviales caro sus preferencias estéticas, culinarias o de ocio. Mientras ellos, animalistas, se esfuerzan por hacer un mundo sin víctimas inocentes, el resto seguirá creyendo que resulta ofensivo preocuparse por las terneras mientras haya gente que sufra, cono si la mujer maltratada tuviera que soportar su suplicio hasta que el agresor resuelva sus problemas con los amigos.- Kepa Tamames. Vitoria.
