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Un golpe de efecto virtual

Santiago Segurola

A falta de verdaderas ideas sobre las que discutir, los candidatos a la presidencia del Real Madrid y del Barça han preferido discutir sobre lo virtual antes que sobre lo real. La virtualidad es el presunto compromiso de Luis Figo con Florentino Pérez, rival de Lorenzo Sanz en las elecciones del Real Madrid. En un ejercicio de funambulismo perfectamente calculado, Florentino Pérez reiteró ayer a este periódico que prefería no hacer comentario alguno sobre el caso Figo, de tal manera que no confirmó el acuerdo, ni tampoco lo negó, alegando que no era el momento para pronunciarse sobre el tema. Vino a decir que su agenda la decidía él y no los periodistas. Y repitió la consigna que había dado a su jefe de prensa el día anterior. "Cualquier comentario sobre nombres que no hayan salido de mi boca sólo se podrán tomar como rumores". En cualquier caso, en su entorno no se podía evitar la satisfacción por las dimensiones que había tomado lo que para Florentino Pérez era un rumor, puesto que de su boca sigue sin salir una sola palabra sobre Figo. El jugador portugués tampoco ha dicho palabra alguna sobre el asunto, un silencio tan premeditado como el ejercicio de equilibrismo del candidato. Estamos, por tanto, ante una variante entre la noticia y el rumor, que es la noticia por omisión. No hay noticia, pero como si la hubiera. Y además es una bomba. Virtual, pero bomba, de tal manera que ha alterado radicalmente las campañas electorales en los dos clubes y ha provocado un fragor periodístico que pone fin al decaído panorama de este comienzo de verano. Ya no importa tanto confirmar la veracidad del supuesto acuerdo entre Florentino Pérez y Luis Figo como admitir el nuevo escenario que se ha creado en el proceso electoral. Alguien, y no hay duda de que se trata de Florentino Pérez -a pesar de sus protestas-, ha decidido cambiar el desarrollo de una campaña que no le convenía. El efecto sobre los resultados de los comicios se sabrá muy pronto. Lo que se sabe desde este momento es que no hay programa, idea o modelo que resista a la arrolladora fascinación que producen las estrellas del fútbol. Ahora es Figo. Veremos quién es mañana.

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