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Receta de la naturaleza para formar cristales

Un plato con agua y sal es, en principio, todo lo que uno necesita para experimentar en casa la receta básica de la naturaleza para construir el revestimiento de cristales de una geoda, aunque los cristales del plato serían de cloruro sódico y los de la cámara de Almería son de sulfato cálcico (yeso). A los ingredientes hay que añadir paciencia para esperar a que el agua se evapore y queden en el plato los cristales salinos. El proceso exige unas ciertas condiciones de estabilidad y de concentraciones apropiadas de sal. La naturaleza lo sabe hacer, y con diferentes compuestos recubre cavidades geológicas, incluso grandes paredes y recovecos en cuevas. Con el conocimiento básico de esta receta los científicos ahora intentan explicar cómo se formó la colosal geoda de Almería. Dada la rareza del hallazgo, dice García-Guinea, las condiciones de formación debieron ser excepcionales y, seguramente, tuvo mucho que ver la llamada crisis salina Messiniense, hace unos cinco o seis millones de años, cuando se produjo una exagerada evaporación del Mediterráneo, quizás porque se cerró el aporte de agua atlántica y se formaron grandes acumulaciones salinas en las costas de este mar.

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"Para que se forme una geoda primero tiene que haber un hueco, que se puede formar por una fractura de la roca o por disolución, y luego se va filtrando en su interior agua con una disolución diferente, con otra composición química, y empiezan a crecer cristalitos que van tapizando las paredes de la cavidad", explica García-Guinea. "Esta geoda estaría llena de líquido (agua con un poquito de sulfato de estroncio, de calcio...) y luego se drenaría".

Condiciones excepcionales

A este experto, aún antes de iniciar un estudio riguroso de la formación, no le cabe duda de que para crear algo tan grande, debieron darse condiciones muy excepcionales: un punto justo de saturación de sales, aporte de compuestos y estabilidad del sistema. "Esas condiciones ideales, muy exquisitas, han creado algo único", dice.

Además de la crisis salina Messiniense, el experto del CSIC señala otros mecanismos geológicos en la región que debieron ayudar a cuajar la geoda, como la actividad volcánica que supone aporte de metales y sulfatos. Lo cierto es que la región es un muestrario geológico, con aguas termales, fumarolas, terremotos, minas de plata, concentraciones de yeso, etcétera, destacan los expertos.

La protección y promoción de ese rincón de la península es una idea grata para los geólogos y ahora García-Guinea sueña con un museo que podría montarse en la mina de Pulpi donde está la geoda gigante y aprovechar ésta como atractivo principal para el público, garantizando, claro está, su conservación. "Se protegen monumentos y edificios de gran valor pero que, en última instancia, sabemos cómo rehacerlos si resultan destruidos", apunta García-Guinea. "Sin embargo, no se presta suficiente interés para proteger obras de la naturaleza, como esta geoda maravillosa, que no sabemos cómo producir si la destruimos".

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