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El tributo ecoturístico, una apuesta de futuro FRANCESC ANTICH

Las Islas Baleares vuelven a ser pioneras en turismo. Lo fueron en los años sesenta, liderando la eclosión del turismo de masas, y lo son ahora, en el siglo XXI, forjando un nuevo modelo de turismo que marcará las pautas de la industria del ocio en las próximas décadas. Este nuevo concepto del turismo, basado en la calidad y en la preservación de los recursos naturales, tiene un instrumento esencial: el impuesto ecoturístico, que grava las estancias en los alojamientos turísticos. Su objetivo es muy concreto: es un tributo finalista que permitirá perfilar el desarrollo turístico de Baleares en un indispensable marco de sostenibilidad ambiental.Hace medio siglo las Baleares se abrieron camino dentro del negocio de los visitantes. Se logró desarrollar una industria que poco a poco nos ha situado entre las principales potencias turísticas del mundo y a la cabeza de la renta per cápita de las comunidades españolas. Una industria que genera anualmente un volumen de negocio cercano al billón de pesetas y que aporta al Estado, en concepto de IVA, unos 50.000 millones de pesetas.

Pero este sistema, que nos ha traído bonanza y prosperidad, necesita una nueva orientación si queremos continuar disfrutando en el futuro de los beneficios que nos dispensa el turismo. Durante estos últimos años, las Baleares han crecido a un ritmo acelerado y han puesto en peligro el equilibrio de nuestro sistema económico y la sostenibilidad de nuestro medio ambiente: si en los años sesenta llegaban a las islas 400.000 visitantes, en el año 1999 tuvimos más de 10 millones.

La economía, no cabe duda, crece más deprisa que los ecosistemas. Y en este contexto cobra importancia una propuesta como la que baraja el Gobierno de las Islas Baleares: la implantación de un tributo ecoturístico.

Llevado por un ejercicio de responsabilidad política, el Gobierno de Baleares se ha planteado la necesidad de cambiar el actual modelo turístico. Nuestros recursos naturales están sobreexplotados y nuestros ciudadanos sienten que van perdiendo, en aras de un crecimiento económico descontrolado, algo tan preciado como la calidad de vida. Las Baleares son una potencia turística de primer orden. Somos mucho más que un simple destino turístico. Nuestra industria ha traspasado las fronteras europeas para instalarse en países de todo el mundo. Hemos sido pioneros y queremos seguir siéndolo.

Pues bien, cada vez son más los turistas que buscan calidad a buen precio. No podemos bajar la guardia porque otros destinos tanto de Europa como del Norte de África empiezan a ser unos competidores que hay que tener en cuenta, ya que han apostado por mejorar su producto turístico.

Debemos avanzarnos en el tiempo para lograr soluciones a corto y medio plazo, soluciones de modernidad. Y en Baleares queremos hacerlo con la serenidad que permiten las actuaciones políticas aplicadas en momentos de estabilidad económica. La ecotasa, pues, es un impuesto finalista, que no grava fiscalmente a ningún sector; lo pagarán los visitantes, a razón de un euro por día (166 pesetas), y su recaudación debe ir íntegramente destinada a la mejora de zonas turísticas y a la conservación de espacios naturales.

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Como en todas las actuaciones del Gobierno de las Islas Baleares, la participación será una base importante de esta nueva iniciativa política. Una amplia comisión, con diversas líneas de asesoramiento, decidirá cada año las actuaciones concretas que serán financiadas con el producto del impuesto ecoturístico. Los ciudadanos de las islas y los turistas podrán comprobar una continuada secuencia de avances medioambientales: desde la eliminación del tráfico en las primeras líneas de playa hasta la conservación de parques naturales. Están en cartera toda una batería de acciones en este ámbito. Pero, sobre todo, esta iniciativa pretende contribuir a mantener la industria turística de Baleares a la cabeza del mercado europeo. La apuesta del Gobierno balear es sustituir progresivamente cantidad por calidad. Este tributo es un instrumento complementario en el marco de una economía ecológica y sostenible que nos permitirá ver los resultados en breve plazo. Su carácter finalista y reparador puede ser un modelo que pronto sigan otros países y regiones de nuestro entorno. Es más, algunos ya lo tienen. Uno de ellos es la taxe de séjour que se aplica en Francia. Y no por ello París ha dejado de ser el destino más solicitado del mundo.

Por otra parte, la Comisión Mediterránea de Turismo Sostenible propone en la actualidad recaudar fondos procedentes del turismo para financiar la preservación del medio ambiente. El tributo ecoturístico es, por tanto, una figura impositiva innovadora, que tiene un fuerte componente de sensibilización ambiental tanto para el visitante, como para el residente y el sector turístico. Significa, además, el mayor salto hacia el futuro en el concepto más moderno de la industria del ocio. Todo el país en su conjunto -ciudadanos, turistas, instituciones- saldrá ganando.

Francesc Antich es presidente del Gobierno balear.

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