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"En Ciutat Vella predomina la mala arquitectura"

Josep Antoni Acebillo fue ayer contundente al hablar de las reformas de Ciutat Vella, donde, dijo, "predomina la mala arquitectura". El arquitecto jefe fue crítico hasta con el pavimento. Sin embargo, aseguró que lo que ha fallado no es el modelo sino lo arquitectos. Unas críticas que coinciden con las que hicieron el pasado jueves media docena de arquitectos que participaron en un coloquio sobre Ciutat Vella organizado por el Colegio de Arquitectos de Cataluña y donde se llegó a afirmar que es el conjunto del colectivo el que suspende en Ciutat Vella.La charla fue abierta por el ex alcalde de Santiago de Compostela, Gerardo Estévez, quien se preguntó qué hacer con la memoria , para resaltar que Ciutat Vella, a principios de los años ochenta, daba la espalda al resto de la ciudad y que cualquier proyecto pasaba por recuperar el barrio como lugar de encuentro que siempre fue para toda la ciudadanía. El modelo a seguir, explicó, fue esponjar y concentrar equipamientos que vivificaran el entorno.

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Menos optimista fue la visión aportada por Salvador Tarragó, para quien las reformas han tenido un elevado coste social ya que "derribar siempre es dramático", según él. Tarragó criticó los planes de reforma por "defectuosos" y aseguró: "La Barcelona premiada es puramente virtual, aunque nos la hayamos acabado creyendo".

La defensa de parte de las reformas, aunque matizada y nada apologética, corrió a cargo de Pere Serra, que fue uno de los primeros promotores de Procivesa (empresa municipal que ha promovido buena parte de las reformas). Serra empezó por recordar la dureza del barrio a principios de los ochenta, cuando, dijo, "hubiéramos hecho una novena para que llegara allí no ya un constructor, sino un especulador". La actividad de la construcción en Ciutat Vella era en aquellos años nula, parálisis estimulada por la presencia de bandas dedicadas al tráfico de la heroína. Incluso para la prostitución, que siempre ha exigido seguridad, se había convertido en zona insegura, al desaparecer los chulos tradicionales, sustituidos por camellos violentos.

Serra recordó que fue Joan Clos, entonces concejal, quien asumió las transformaciones que, por otra parte, exigían las organizaciones vecinales. Las principales críticas fueron para los arquitectos; "No hemos sabido solucionar la vivienda social en el centro histórico. La que se ha hecho no es válida", aseguró Serra. Un ejemplo de mala arquitectura puesto por varios de los que tomaron la palabra y no defendido por nadie fue el conjunto de edificios públicos de la calle de Maria Aurèlia Campmany. Ni siquiera Pere Cabrera, vinculado al distrito, alzó la voz en defensa de estas construcciones.

La voz más dura fue la de Enric Mir, arquitecto vinculado a movimientos vecinales. Para él, no sólo las obras han sido deficientes, sino que el propio modelo falla. Mir defendió que lo que había que haber hecho no era entrar con las excavadoras en una operación quirúrgica sino actuar caso por caso en operaciones de microcirugía. Una de las preguntas que dejó en el aire es qué hubiera ocurrido si se hubieran destinado los 140.000 millones que se han invertido en reformas en subvencionar pequeñas modificaciones pactadas con los vecinos.

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Una de las últimas intervenciones fue la de Gerardo Estévez. Su argumentación fue casi idéntica a la utilizada ayer por Acebillo. Para ambos, el arquitecto está despistado, no acaba de comprender la ciudad por falta de visión global.

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