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Subasta

VICENT FRANCH

El espacio electoral del viejo y ya en tormentoso declive blaverismo es el oscuro objeto del deseo de unos y de otros, y los ríos de tinta confluyen en asegurar que existe una doble pugna que, a mi entender, o no guarda la menor relación con los datos que una rigurosa aproximación al perfil de los electores de ese yacimiento arroja o, simplemente, es equivocada.

Que el propósito del PP haya sido desde el 91 buscar ese electorado, y que sucesivas opas lanzadas contra UV, los errores políticos de ésta y los conflictos internos tanto de liderazgo como consecuencia de las respuestas a las ofertas de los populares haya dado como resultado un achicamiento muy sustancial de su personal político y de la clientela electoral, pone de manifiesto lo que ya en el 88 le explicamos al líder de entonces, Vicente González Lizondo, en el sentido de que aunque de cada cuatro votantes de la ciudad de Valencia, uno era de UV, los datos de los barómetros de opinión que manejábamos (entre ellos los del CIS) reflejaban que ese votante no era nacionalista (tricolor, se entiende) ni había perspectivas de que lo llegase a ser. El perfil abrumador de los votantes de UV estaba más a la derecha que el PP, era más anticatalanista, y, de haberle indagado más, se habría visto que en muchos aspectos era más reaccionario que la media de los del PP. Lizondo dijo que nos equivocábamos, pero tuvo tiempo de ver su error. Eso explicaba que la fuga de votos hacia el PP se iniciase a partir de los éxitos de éste en el 93, siendo los más light, y menos singularizados en el cleavage anticatalanismo/blaverismo los primeros en huir hacia Aznar, y después hacia Barberá y Zaplana.

Los votantes enragées de las autonómicas y municipales del 99, pues, pertenecían al núcleo duro, es decir, el menos permeable a las ofertas del PP y a la vez más distante de la moderación valencianista. Así, y siguiendo una pauta que J. M. Bernardos puso reiteradamente de manifiesto con sus estudios de transferencia de voto en la CV, entre el 83 y el 91, los votantes de UV jamás dejan de votarle para irse a una opción del nacionalismo progresista y democrático. En ese sentido, en las autonómicas del 99, habiendo recibido el BNV-EV transferencias de antiguos votantes del PSOE, de EU, e, incluso, del PP, los datos muestran que la transferencia de UV a BNV-EV fue simple y llanamente cero (y viceversa).

Todo ello significa que se equivocan quienes creen que puede esperarse transferencia de votos de UV al BNV, y se precipitan quienes creen que puede consumarse la desaparición del electorado de UV a manos del PP. En el primer caso porque aunque el BNV-EV-VPC se moderase hasta la indecencia, objetivamente no puede obtener ni un solo voto de lo que le queda a UV, porque esos votantes son impermeables a todo lo que proceda del progresismo nacionalista. En el segundo, porque el poso anticatalanista y blavero y el derechismo que anima a quienes ahora mismo ostentan la dirección de UV está en perfecta consonancia con el electorado que aún retienen. El PP podía competir y compitió por la fracción de sobrerepresentación de que disponía UV, pero no puede asumir todo el lote so pena de colocarse en una posición radical que, lógicamente, le costaría una sustancial sangría por el centro que es donde obsesiva y estéticamente se quiere colocar. La alegría de ciertos análisis y las poco meditadas declaraciones de algunos actores políticos y mediáticos revelan que se estudia poco y se pierde la memoria, y que esto de los votos no es una subasta.

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