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Tribuna:GENERACIÓN SIN NOMBRE
Tribuna
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Una gran noche

"Ahora que el Liceo es el teatro de todos resulta que no se puede ir de largo: ¡ni que fuéramos unos zarrapastrosos!, ¡como si no estuviéramos en plena cultura aspiracional!", dijo Conxa, que a mediodía, ese jueves día 7, estaba de muy mal humor. Intentó convencerme de que la falda larga y el esmoquin son atuendos democráticos, me aclaró que la "cultura aspiracional" es, según los publicitarios, aquella que pone al alcance de cualquiera lo más prestigioso, "la jet-set podemos ser todos", dijo, y acabó confesándome que sus dos entradas para Turandot las había obtenido "gracias al trueque: hice un trabajo gratuito para la organización del Liceo y ellos me garantizaron dos butacas". Las butacas resultaron ser del cuarto piso, que no es ni el lugar de los melómanos ni el de los Samaranch... Conxa me sorprendió al reconocerse una fan de Bibis Samaranch, a la que, según parece, insiste en proponer como protagonista de un spot de parches antiarrugas, sin que sus jefes le hagan ningún caso.Eso fue antes de la gran noche; Conxa volvía de Madrid, donde su empresa (de publicidad) acaba de instalarse, con un nuevo lenguaje que algún día me explicará: "En Madrid están que se salen: todos quieren venir al Liceo a ver sardanas". Aunque la vi en un estado de agitación considerable, ella piensa que "en Barcelona si no vas al Liceo no eres nadie" y hervía por "vivir la historia en directo", comprendí que no fallaría a nuestra cita semanal.

"Una noche como ésa compensa mucho", fue lo primero que dijo; había olvidado sus problemas, su estrés y su falta de tiempo para cumplir con el ritual de la depilación. Y siguió como un torrente: "¡Chinos en catalán con un toque valenciano: eso fue Turandot¡ El Liceo es más que Disneylandia, es el espectáculo total: está tanto en el escenario como en la sala, en la gente, en los pasillos, en los mirones... Me harté de mirar, y eso que había tantos seguratas que ¡creí ver a Aznar cinco veces en cinco sitios distintos! ¿A que parece uno de ellos? Pujol, nuestro terapeuta identitario, en cambio, es inconfundible... Te haré un análisis global, como me pides, un análisis serio: éste es el Liceo del bienestar...".

Debí de poner una cara rarísima, porque continuó: "¿Estamos o no en el Estado del bienestar? ¿Y qué es sino hacer ópera para todos? ¿Y cómo hemos conseguido ópera, que es como una falla de Valencia pero a lo bestia, para todos? El Liceo se ha reconstruido porque nuestros burócratas querían, como yo, estar ahí, en ese escaparate del poder, en el centro mismo de la superfalla, ese día: estaban todos los que mandan algo en el país, es decir, los representantes del pueblo y los benefactores del pueblo, o sea, los sponsors. ¿Crees que tendríamos Liceo sin esos nuevos Lorenzos de Médicis? Más de la mitad de los 17.500 millones los han puesto estos tíos, que son los que pagan también mi sueldo y el de mucha gente: el Liceo del bienestar es el de esa alianza entre el pueblo y el mecenas, ¿quién utiliza a quién? Ahí está la cosa, querida, ¿sabes lo que decía Rockefeller? Cito: "Una gran empresa es una institución filantrópica, creada gracias a la benevolente absorción de los competidores para salvarles de la ruina, combinada con la conservación de los seres humanos y la ingeniosa utilización de los recursos naturales para el beneficio de la gente". Pues eso son los sponsors, sé realista. Si no pensara así, no trabajaría en la publicidad".

No esperaba de ella este mitin caótico. "¿Qué querías?, ¿que te dijera que las señoras estaban guapas y los hombres feos?, ¿que Leni, el estilista cubano que me acompañó (se llama en realidad Lenin), opinó que los pasillos parecían el metro de Moscú y que los fumadores merecían mejor trato?, ¿que oímos a una dama de rango decir: "Si lo que han hecho no nos gusta, se vuelve a quemar y todo arreglado"? Aún tengo que digerir esa gran noche", concluyó. Como todos, Conxa necesita tiempo. (Continuará)

La historia de Conxa, de 31 años, barcelonesa, licenciada en Bellas Artes, de padre madrileño y madre catalana, forma parte de una investigación que ya muestra que las treintañeras españolas no son Bridget Jones o Ally McBeal, sino algo mucho más original.

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