La primera comida del día

"Es la primera comida que tenemos hoy", enfatiza Maria Jorge, gitana rumana de 34 años, mientras fríe unas bolas de carne picada sobre una cocina improvisada en la acera del camino de San Roque. "Con esta carne picada y un par de tomates tengo que alimentar a toda mi familia", se lamenta Maria, que llegó a España con 10 familiares, incluida una niña de 14 meses. Consiguieron comprar los escasos alimentos gracias a la venta del periódico La Farola. Además, los parientes de Maria Jorge tienen un poco de suerte: un compatriota les prestó una bombona para cocinar. Otros inmigrantes rumanos no tienen ni siquiera la oportunidad de prepararse una comida caliente, pues, al intentar cocinar encima de un fuego de madera, "la policía lo apagó de inmediato", asegura Daniel, rumano de 21 años. "Nosotros no tenemos el dinero para comprar una bombona de gas, ni conocemos a la gente que lo tiene". Hace dos meses que Daniel está en España y cuenta que está en la lista del censo elaborado por las ONG y que tiene familiares dentro del campamento, pero que las autoridades no le dejan entrar. Llegó a España con su esposa y con su hija de 14 meses después de una verdadera odisea por toda Europa. "Nos llevaron desde Rumania a Polonia, y de allá nos hemos cruzado la frontera con Alemania en plena noche, clandestinamente".

Como Daniel sabía que no podría permancer en Alemania, se fue a Francia, y después, a España. "Nos llevó la Mafia. Tuvimos que pagarles". Llegaron a España en busca de una vida mejor. Ahora los tres duermen en la calle y no tienen baño ni aseo. Pero, de todas maneras, Daniel, igual que sus compañeros, afirma que se va a quedar en las afueras del campamento de San Roque hasta que las autoridades le ofrezcan una solución aceptable. "Todo es mejor que regresar a Rumania", concluye.