El piloto y los pasajeros llegaron a compadecer a su secuestrador

Los pasajeros y la tripulación simpatizaron paulatinamente durante las horas de su cautiverio con su secuestrador. Este último explicó a los pasajeros que padecía diversas dolencias y que su intención era dirigirse a una capital europea para ser tratado por médicos especialistas. "Conforme iban pasando las horas, los pasajeros se iban compadeciendo del secuestrador, hasta el punto de que muchos de ellos, e incluso el propio comandante del avión, llegaron a identificarse con sus peticiones", explicó horas más tarde el comisario Rubio.A criterio de Rubio, esta "empatía de los viajeros con su agr...

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Los pasajeros y la tripulación simpatizaron paulatinamente durante las horas de su cautiverio con su secuestrador. Este último explicó a los pasajeros que padecía diversas dolencias y que su intención era dirigirse a una capital europea para ser tratado por médicos especialistas. "Conforme iban pasando las horas, los pasajeros se iban compadeciendo del secuestrador, hasta el punto de que muchos de ellos, e incluso el propio comandante del avión, llegaron a identificarse con sus peticiones", explicó horas más tarde el comisario Rubio.A criterio de Rubio, esta "empatía de los viajeros con su agresor relaja la tensión y ayuda a la negociación; contrariamente a lo que se piensa, en estos casos, el síndrome de Estocolmo no es negativo".

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Fueron seis largas horas de negociación, mientras el interior de la nave, sin apenas ventilación, se iba convirtiendo en un horno.

Al margen del secuestro, en las terminales de El Prat la noche aeroportuaria transcurría sin alteraciones; la mayor parte de los viajeros no llegaron a saber lo que ocurría a pocos metros.

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