ABECEDARIO ANDALUZ Expresividad
Aunque de muy difícil definición, no hay experto o aficionado a las singularidades del habla andaluza que no haya señalado ésta que parece una de las más notorias: la expresividad. Algo así como la capacidad de exprimir la lengua más allá de los usos reglados, en las múltiples y entrecruzadas fronteras de lo afectivo, lo humorístico, lo redundante, lo ingenioso... Es más que el simple gracejo o que la facundia andaluza y viene destacándose de antiguo. Así, en 1521, un fraile cartujano llamado Juan de Padilla le hacía observar a otro: "Yo te conozco por un andaluz / según la locuela te hace diserto", lo que en versión de José Mondéjar (Dialectología Andaluza, Granada, 1991) quería decir: "Por el tono y el modo de hablar, y por la facilidad de palabra y argumentación, veo que eres andaluz". Algunos ejemplos frecuentes quizás nos alumbren un poco más. Decir bajito de cuerpo es un pleonasmo cariñoso que exime y hasta enaltece ser de baja estatura; ahora mismito supera al mero instante, aunque no sepamos bien en qué; toito"r mundo implica más a la humanidad que la simple aritmética de "todo el mundo". Obsérvense en los tres ejemplos el valor del diminutivo andaluz, bien conocido y singularmente utilizado por García Lorca: ganitas, dinerillo, torerillo... La composición de palabras es fuente inagotable de agudezas: culiparlante se aplica en Cádiz a los parlamentarios que sólo calientan el escaño; fueraparte señala la excepción muy rigurosa. Auténticos latigazos del lenguaje serán, por este mismo procedimiento: frescoño, que en Málaga es una racha de frío mañanero, y allí mismo follapavo, esa insoportable levedad del ser andaluz que en Sevilla o Huelva es el malaje y en Granada la malafollá. El territorio de la metáfora humorística es también infinito: pajaritos de huerta, por pimientos fritos; cambiarle el agua al canario, por orinar (los hombres, claro); viá pegá un explotío, por no resisto más; le fartó er cant"un duro, por le faltó muy poco. Las dos últimas con alianza de la hipérbole o exageración andaluza, que por sí misma constituye todo un género de tradición oral, base del humor de un Paco Gandía (máh descorgao que la puerta una cuadra) y de muchas realidades nuevas: más quemao que loh palo"un churrero se dice ahora del político acabado, y no faltan ejemplos. Pero a veces la expresión se resiste al análisis: está hecho un Juan Cohone, y si uno no vio cierta chirigota de hace dos años, no acabará de entenderlo. El mismo plato regional por antonomasia, el gazpacho, ingenio culinario de la mescolanza, sirve para designar todo lo contrario: cualquier mezcla inadecuada de cosas. Menudo gazpacho ha salido esta columna.
Nota: De todas las voces andaluzas en cursiva sólo aparecen en el Diccionario de la Academia malaje y gazpacho.