Barak se marca la reanudación del proceso de paz como eje de su programa de gobierno
El primer ministro israelí, Ehud Barak, de 57 años, presentó ayer ante el Parlamento de Israel las líneas generales de su programa de gobierno, en el que la paz se ha convertido en uno de sus objetivos prioritarios. La misma Cámara que aprobó el plan de trabajo y la composición del nuevo Gabinete -por 75 votos a favor, 29 en contra y 11 abstenciones- despidió emocionada al ex primer ministro Benjamín Netanyahu, quien ante todos los diputados renunció a su escaño y se despidió, temporalmente, de la vida política, tal y como anunció tras su derrota electoral el 17 de mayo.
"El supremo objetivo de este Gobierno es traer la paz y la seguridad a Israel. Es el momento de preparar la paz de los valientes, que asegure el futuro de nuestro pueblo, de nuestros hijos y nietos. No podemos dejar pasar la ocasión", aseguró ayer el primer ministro laborista Ehud Barak, ante el Parlamento israelí, al presentar el programa de Gobierno y el nuevo Ejecutivo; un complicado rompecabezas humano y político compuesto por 18 ministros: nueve pertenecen al Partido Laborista; cinco a formaciones religiosas -Shas, Partido Nacional Religioso-; y otros cinco a organizaciones de centro y de izquierda -Partido de Centro, Meretz e Israel B"Aliyah-. El programa, desgranado en 104 puntos divididos en 14 capítulos, coloca en un lugar destacado el diálogo; no sólo con los palestinos, también con Siria y Líbano, que junto con Egipto y Jordania, "constituyen las cinco columnas esenciales para una paz vital y urgente en Oriente Próximo", recalcó Barak.
Guiño a los palestinos
Aunque el primer ministro israelí se había mostrado cauto respecto al diálogo con los palestinos durante la campaña electoral, ayer fue extremadamente explícito. Dirigiéndose a ellos trató incluso de ser comprensivo con su situación: "Yo conozco no sólo los sufrimientos de mi pueblo, si no también los del pueblo palestino y quiero ponerles fin dialogando con su dirección, en especial con Yasir Arafat, para lograr al fin la coexistencia entre los dos pueblos". El mensaje de paz de Barak llegó pronto y claro a Gaza, donde Arafat anunció a la prensa local una pronta reunión con el primer ministro israelí, con el que " estamos dispuestos a trabajar conjuntamente". Sin embargo, Barak no hizo referencia alguna al Acuerdo de Wye Platation, bloqueado desde diciembre, y por el que el Ejército de Israel debía retirarse de un 13% de Cisjordania y cuya aplicación podría ser inminente, según se aseguraba ayer en círculos militares de Jerusalén.
Pero Barak no sólo habló de paz, también lo hizo de la educación, que considera "una de las prioridades nacionales", junto con la lucha contra el desempleo y la "reducción de las diferencias sociales", sobre todo con las comunidades árabes, beduinas, drusas y circasinas, para las que tratará de promover un plan de desarrollo político, económico y social. Pasó por alto, sin embargo, el enfado e indignación de los diputados árabes en el Parlamento (10 escaños repartidos entre tres partidos) que han sido marginados en la formación del nuevo Gobierno.
Barak, antes de iniciar las negociaciones de paz con los países vecinos, deberá tranquilizar a la cúpula de su propio partido, que se encuentra indignada y revuelta como consecuencia de los nombramientos del equipo ministerial, en el que han quedado relegados a carteras de segunda categoría figuras tan prominentes como el ex embajador en Madrid Slomo Ben Ami, el artíficife de los Acuerdos de Oslo, Yossi Beilin, e incluso Simón Peres.
Netanyahu, jefe hasta hace poco de la oposición derechista, aprovechó la sesión del Parlamento para anunciar su retirada de la vida política, como ya había adelantado en la noche de su estrepitosa derrota electoral. Con un mensaje lacónico -"Tras 13 años al servicio del Estado, tres de los cuales a la cabeza del Gobierno, anuncio mi marcha"-, el primer ministro saliente emocionó al auditorio.
