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La actividad solar alcanzará su máximo en el 2000

Los partes meteorológicos espaciales permitirán mitigar los efectos de las tormentas solares sobre la Tierra

"La actividad solar será de baja a moderada. El campo magnético estará tranquilo con tendencia a alterarse (...)". Ése fue el pronóstico de tiempo espacial del pasado 5 abril, válido para tres días y servido al mundo a las 22.00 (tiempo universal) por el Centro de Meteorología Espacial en Boulder, Colorado (EEUU). Es un parte del tiempo con cada vez más audiencia, sobre todo a las puertas del 2000: el Sol recibe al próximo milenio con un apreciable aumento actividad en forma de violentas tormentas solares. Se preven efectos importantes para los satélites en órbita, los sistemas de navegación e incluso para los primeros habitantes de la Estación Espacial Internacional. Y hay indicios de que la fase de máxima actividad ya ha empezado. Los expertos apuntan que el punto álgido podría llegar a finales de este año. Que este máximo solar sea en el 2000 es pura casualidad, pero añade una preocupación más al temido efecto 2000 de los ordenadores. "Siempre ha habido actividad solar, que se nota por ejemplo en las auroras. Pero sólo ahora nos preocupa, y cada vez más, porque nuestra dependencia de tecnologías sensibles al tiempo espacial es cada vez mayor. Ahora tenemos en el espacio muchos sistemas nuevos que nunca han estado expuestos a las tormentas del medio espacial" ha comentado a este periódico Joe Hirman, del Centro de Meteorología Espacial (SEC).

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La actividad del Sol tiene un ciclo de unos once años. Se mide desde el siglo XVIII por el número de manchas en la superficie solar. Éstas son concentraciones del campo magnético observadas como zonas oscuras que pueden variar desde las sólo 3,4 manchas registradas en el mínimo de 1954, a las 201,3 en el máximo del mismo ciclo. La fase de mayor actividad puede durar unos cuatro años, con un pico en alguno de ellos. El último mínimo fue en 1996 y el pico máximo se aproxima ya, antes de lo previsto en principio para el 2001. Hace el número 23 de los catalogados.

Los expertos en las agencias espaciales y en el Servicio Internacional de Meteorología Espacial (ISES) hacen ya predicciones acerca del próximo máximo y sus efectos. "Creemos que será similar a los dos precedentes, es decir, mucho más intenso que la media pero no tanto como el superciclo de los años cincuenta", explica Hirman.

En su centro se celebra esta semana una cumbre sobre el tiempo espacial. El SEC funciona también como Agencia de Alerta Mundial del ISES, elaborando diariamente las predicciones de tiempo espacial y alertando cuando hay riesgo de tormenta; los diez centros regionales del ISES, como el de Meudon (Francia), que sirve a España, distribuyen la información. Usan los datos de observatorios terrestres y de satélites como el Soho de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y de la NASA, o los estadounidenses Wind y ACE, que observan el Sol de modo permanente y que por primera vez en la historia dan datos muy abundantes y en tiempo real sobre los fenómenos solares causantes del mal tiempo.

Dos de estos sucesos son los que ponen en alerta a la red de meteorólogos: las fulguraciones y las eyecciones de masa coronales, llamadas a veces con las siglas CME. Las fulguraciones liberan en unos minutos millones de veces más energía que el mayor de los terremotos terrestres, y se observan como una enorme llamarada en la superficie solar. En las eyecciones de masa se expulsa gran cantidad de materia -varias veces superior a la de la Tierra- desde la atmósfera del Sol, y por ahora es muy difícil predecir si las ondas de choque que generan se dirigen hacia la Tierra.

En ambos sucesos se emiten partículas cargadas de muy alta energía, que viajan casi tan rápido como la luz y pueden llegar a la Tierra en menos de 20 minutos. Su impacto afecta a la electrónica y las computadoras de los satélites en órbita, y son peligrosas para los astronautas, sobre todo durante los paseos espaciales. Y además está el efecto de la onda de choque de partículas cargadas producto de una CME, que tarda un par de días en alcanzar el campo magnético terrestre, interaccionar con él y causar tormentas magnéticas. En latitudes altas este fenómeno puede afectar incluso a la distribución de electricidad en los cables en tierra, produciendo apagones.

"Es un asunto comercialmente importante, así que los operadores comerciales de satélites a menudo son reacios a hacer públicos los problemas en el momento", explica Eammon Daly, de la ESA, que estudia la creación de un programa específico de tiempo espacial.

Medidas

Las predicciones de los meteorólogos espaciales deberían permitir tomar medidas, como apagar temporalmente los sistemas electrónicos de los satélites. Pero es aún una ciencia en pañales. "Nuestras predicciones en cuanto a tormentas serias están 20 o 30 años por detrás de los pronósticos de la meteorología terrestre", admite Hirman. "Sabemos aún muy poco de los procesos físicos que ocurren en el medio espacial, y apenas hay modelos capaces de hacer predicciones fiables". Para que los modelos funcionen hacen falta más datos, y para conseguirlos se lanzará toda una flotilla de una decena de satélites científicos europeos, rusos, estadounidenses y japoneses que observará el Sol durante el próximo máximo. Los físicos solares, menos preocupados por los satélites y más por la ciencia, también, tal vez, puedan por fin entender la cuestión básica: por qué el Sol tiene un ciclo, y por qué este ciclo es como es.

Ya se ha detectado un aumento en el número de eyecciones de masa coronal (tres diarias a finales de 1998) y de manchas solares: en mayo de 1996 se contaron 8 manchas, y casi 70 en septiembre pasado. La predicción actual del Centro de Datos para el Índice de Manchas, en Bruselas, es que este ciclo alcanzará su pico máximo en marzo del 2000, con unas 125 manchas solares al mes. También podría adelantarse al próximo septiembre o retrasarse hasta agosto del año siguiente.

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