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De amigo fiel a monstruo asesino

Muchos malagueños deciden abandonar a sus perros por miedo a que se vuelvan agresivos y les ataquen

Un señor lleva un perro a las instalaciones de la Sociedad Protectora de Animales de Málaga. Dice que se lo ha encontrado. El perro mueve la cola, está sano y bien alimentado; no tiene miedo ni aspecto de haber vivido en la calle. El señor, más bien nervioso, se va y lo deja allí. Entonces el perro se desmorona. No sabe quedarse solo, echa de menos a su amo, no quiere moverse ni comer. "Se muere de tristeza en 20 días", vaticina Rosa Díaz, presidenta de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga. Últimamente esta escena se repite con alarmante frecuencia. "Viene mucha gente a dejar a sus perros, que han sido parte de la familia durante meses o años", explica Díaz. Hay quien se avergüenza y actúa como si el animal no fuese nada suyo, un mero desconocido. "Pero claro, se nota mucho". Otros aceptan abiertamente que tienen miedo de que su perro se vuelva agresivo en cualquier momento y les ataque. "La proliferación de noticias sobre animales asesinos ha causado una avalancha de abandonos", señala Díaz con una mezcla de incredulidad e indignación. Hoy la Protectora tiene a su cargo a 600 perros, 200 más de los que puede atender bien. "Estamos desbordados. Se nos parte el corazón, pero no recogemos más". Luego añade en voz más baja: "Bueno, sólo en casos desesperados". En el recinto de la Protectora, cerca del barrio de Los Asperones, hay pastores alemanes, boxers, dobermans, pittbulls, rottweilers... Hasta hace poco eran animales de lujo, signos externos de riqueza. Ahora conviven en las jaulas con chuchos de raza indeterminada, que por lo menos no son sospechosos de albergar tendencias criminales. Díaz vuelve a la carga: "¿Cómo se va a culpar al perro del adiestramiento que se le ha dado? La responsabilidad es del dueño. Es a él a quien la justicia debe pedir cuentas cuando se produzca un ataque. Y si tiene que ir a la cárcel, que vaya". Díaz se lamenta de las dificultades que atraviesa la sociedad que preside. "No tenemos ningún apoyo estatal. El Ayuntamiento nos ha puesto un guarda jurado para evitar que nos roben, y nos ha venido muy bien, pero ninguna otra institución pública hace nada por nosotros. Nos mantenemos únicamente con las cuotas de los socios, y tenemos que hacer muchos números y muchos equilibrios para llegar a fin de mes". Sí se benefician de la ayuda de varios objetores de conciencia y del buen hacer de dos particulares que alivian la situación de una manera muy peculiar: se llevan grupos de animales a Alemania y Suiza, donde los dan en adopción. Ahora mismo debe haber varias decenas de perros malagueños paseando por parques centroeuropeos y aprendiendo a vivir en alemán. Mientras, en la Protectora, los que no emigran reciben cobijo, alimento y cuidados veterinarios. "Para un perro callejero, hambriento y apaleado, esto es el paraíso. Pero un animal criado en casa no lo aguanta, y los dueños tienen que saberlo antes de traerlos aquí. No exagero: para la mayoría es la muerte cierta", insiste Díaz. Y no sólo les llevan ejemplares adultos. "Nos traen camadas enteras de cachorros, cosa que denota mucha irresponsabilidad. Controlar la natalidad de los animales domésticos es cosa fácil". Díaz, como todos los que trabajan con animales abandonados, teme la llegada del verano. "Si ahora no damos abasto, no quiero ni pensar cómo será en agosto". Reflexiona y añade: "Y de los gatos no hemos hablado. Pero claro, a ellos no se les tiene miedo. Nadie ha dicho que sean violentos por naturaleza".

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