Aviso de lo por venir
LUIS MANUEL RUIZ El hecho de que un profesor de Derecho de la Hispalense, Fernando Betancourt, se sirva para entrenar a sus futuros abogados de un proceso judicial acaecido dos mil años atrás, el que acusaba a Gneo Pisón de haber envenenado a Germánico, hermano del luego emperador Claudio, puede no pasar de parecernos una excentricidad didáctica o una franca pérdida de tiempo. Sólo hacen falta unos momentos de reflexión para advertir su importancia: de pronto la historia reverdece, cobra nueva savia, resucita, no es más el polvoriento zorro disecado que nuestro abuelo aparcó en la esquina del aparador. Reseñando actitudes como éstas, uno se alegra de que todavía alguien salga al paso para defender esa cosa tan castigada, la historia, para demostrar muy gráficamente que todavía puede poseer un provecho: el pasado es un puente abierto que nos pide amablemente un paseo. Claro que vivimos tiempos impopulares para esa maltratada disciplina. La triste LOGSE, escudada seguramente en criterios de utilidad, ha decidido reducir el currículo de historia de la secundaria al conocimiento de la economía global del planeta y el impacto de la industrialización sobre el medio ambiente. El nombre del emperador Claudio, de Mesalina, nombres aparatosos como el mercantilismo o la manumisión no pueden caber dentro del pedagógico programa de procedimientos-y-actitudes con que se intenta formar a nuestras mentes del futuro. Pero el del futuro es probablemente un concepto que la reforma disuelve, coincidiendo con el título de una canción de Sting, el Ministerio considera que la historia no enseñará nada, cada humano, responsable de sus actos, tiene libertad para partirse los dientes en las mismas piedras contra las que se desdentaron sus abuelos. Encuentro que a ese extraño título de Sting se opone un párrafo del Quijote: "... la verdad, cuya madre es la historia, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo por venir". ¿De qué lado debe inclinarse el fiel de nuestra balanza? Se ha convertido en un tópico citar a Toynbee al respecto, en un famoso aforismo que los diseñadores de la LOGSE deben desconocer: "El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". No sé si estaríamos obligados a repetir nuestra historia, ni sé si eso debería constituir motivo de desconsuelo, pero sí creo en efecto que la ignorancia de la historia nos vuelve sensiblemente más indefensos y más fáciles de usar, algo que por supuesto conviene a quienes proyectan los planes de educación y a quienes les miran desde arriba. No considero que la historia posea connotaciones morales, como querían Herder o Vico, no veo en ella edificación ni el ejemplo y aviso del que habla Cervantes, nada de eso obsta para que busque la historia como una interesante voz de experiencia que debería servirnos para ver más claro allí donde a muchos les interesa guardar sombras. El franquismo creó un pasado de águilas y castillos para fabricar la ficción de un futuro imperial; quizá nuestros ideólogos confundan un porvenir de libertad con la memoria virgen de los renacuajos y los idiotas.