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La ONU negocia con UNITA la reapertura del diálogo con el Gobierno de Angola

El representante especial de la ONU en Angola, Issa Diallo, ha reconocido a EL PAÍS que ha establecido contactos con la guerrilla de la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA) para intentar restablecer el diálogo con el Gobierno y frenar la guerra civil en la ex colonia portuguesa. El sucesor del carismático Alioune Blondin Beye, muerto en un accidente de aviación aún sin aclarar en junio de 1998, asegura que "prolongar la guerra provocará una catástrofe humanitaria". Cerca de un millón de desplazados huyen de los conflictos armados en todo el país.

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El diplomático de Guinea-Conakry Issa Diallo admite que en los últimos días ha establecido varios contactos con el vicepresidente de UNITA, el general Dembo, a quien ha transmitido la necesidad de que la guerrilla "restablezca el diálogo con el Gobierno para acabar con la guerra". "Los dirigentes de UNITA", dice, "han aceptado la reanudación de las conversaciones sobre la base de los acuerdos de paz de Lusaka [Zambia, 1994], pero aún estamos esperando una respuesta de Jonas Savimbi. Los angoleños tienen que comprender que sin el diálogo, sin la paz, no hay solución para este país. Cuanto antes lo restablezcamos, menor será el sufrimiento del pueblo angoleño". El pasado domingo, el secretario general de UNITA, Paulo Lukamba, Gato, reconoció a la agencia Reuters que la guerrilla "tendrá que regresar a la mesa de negociaciones; el camino del futuro es el diálogo; los problemas de Angola son políticos y las soluciones militares no resolverán los conflictos políticos". No obstante, el general Gato explicó: "Si el Gobierno quiere la guerra, estamos dispuestos a hacerla durante dos o tres años. No tiene sentido decir que van a eliminar a UNITA. No se pueden eliminar 33 años de lucha, 33 años de historia y 33 años de experiencia".

Ayuda internacional

Por su parte, el representante especial de la ONU argumenta que "el desafío de Angola no es ganar la guerra, sino construir una sociedad, unas instituciones que arbitren las diferencias entre los grupos civiles, militares, económicos o étnicos. Angola es un país que Dios ha mimado con sus riquezas. Además cuenta con una pequeña población [cerca de 12 millones de habitantes] que sólo tiene que saber administrarse"."La ayuda de la comunidad internacional", añade, "no va a resolver sus problemas. Hemos intentado ayudarles en la construcción de esa sociedad, pero no se pueden invertir los papeles. Estos cuatro años de paz han generado muchas esperanzas, muchas expectativas. Los funcionarios de Naciones Unidas han arriesgado y perdido sus vidas para ayudar al país. Y eso no es nada. Hemos invertido más de 1.500 millones de dólares [más de 200.000 millones de pesetas] en Angola. Con eso podríamos alimentar a 20 millones de personas. Podríamos incluso doblar esa cantidad, pero la cuestión no es multiplicar esa contribución. Sin la voluntad política de los angoleños no existe solución para el país".

El representante de Kofi Annan explica asimismo que "la reanudación de la guerra ha desestabilizado la misión de observadores de la ONU. Éramos 7.000 y ahora sólo quedamos unos 1.000 en Luanda. Y además el conflicto está provocando una situación humanitaria catastrófica. Si la guerra continúa, la situación acabará por provocar una gran catástrofe, una gran tragedia. Eso ya lo sabemos hoy. A pesar del derribo de nuestros dos aviones y la muerte de nuestros funcionarios, Naciones Unidas no puede abandonar al pueblo angoleño. Somalia está ahí. Ruanda, igual. ¡Atención! Es necesario que nos ocupemos de resolver la cuestión humanitaria. Estamos negociando garantías de los dos lados para ayudar a toda la población".

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Sobre las críticas a la ineficacia de los observadores de la ONU durante estos años en que la guerrilla de UNITA ha logrado rearmarse gracias al apoyo de diversos países, Diallo afirma: "No es justo que nos responsabilicen sólo a nosotros de eso". "El desarme de UNITA", dice, "fue muy parcial. Eso lo sabíamos todos. La comisión conjunta que seguía el proceso de paz -formada por las dos partes, la ONU y la troika de observadores- sabía todo lo que ocurría y sus decisiones se tomaban por consenso. Se avanzó más en el plano político que en el militar. Tal vez fue un error colectivo y no voluntario, pero no es justo que nos responsabilicen sólo a nosotros del rearme de UNITA".

El derribo de los dos aviones de Naciones Unidas en territorio controlado por la guerrilla de UNITA es una de las principales incógnitas que debe resolver Diallo, quien explica que "una comisión técnica está a punto de emitir sus conclusiones y aún no tenemos sus resultados". Los dos aviones fueron abatidos por fuego antiaéreo y en ambos casos la caja negra de los aparatos había desaparecido.

Una misión de observadores de la ONU se desplazó la pasada semana al lugar de último siniestro y observó evidentes señales de que el aparato había sido ametrallado. Los cadáveres de sus ocho ocupantes habían sido enterrados en una fosa común. Tras ser alcanzado, el aparato intentó un aterrizaje de emergencia pero comenzó a arder y se partió en dos antes de llegar a tierra.

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