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VIOLENCIA EN EL DEPORTE

Una pandilla de macarras violentos

Un grupo de delincuentes, que se llamaron TNT, luego Nueva Guardia y ahora Bastión intentó el control del Frente Atlético

El Frente Atlético es una amalgama de más de 4.000 personas, casi todas buena gente, follonera pero no violenta, matrimonios con hijos incluidos. Ellos son el 90% por lo menos. Los moderados. Pero también hay una facción violenta, macarras, delincuentes, heroinómanos, cocainómanos, alcohólicos que se disfrazan de neonazis para ir al fútbol, skin heads amantes del aguilucho y la svástica.El Frente bueno no los considera de los suyos. "Si se fijan, el Frente se coloca detrás de la portería, y ellos están en el córner izquierdo, en la barandilla". Ellos son ahora Bastión, igual que antes fueron TNT o Nueva Guardia. Y ellos sí se consideran del Frente Atlético. "Son unos 30 o 40", dicen fuentes policiales. "Y quieren tomar el poder del mayor grupo de aficionados organizados del Atlético". Por eso, cuentan fuentes policiales, le dieron un navajazo a Aitor Zabaleta, igual que hace un poco más de un año pegaron una paliza tremenda a Francis Magán, el líder del Frente, en mitad de un partido. Uno de sus dirigentes llegó incluso a ser vicepresidente de toda la organización. De ahí no pasaron. Ahora amedrentan a todo el que se les opone, aunque sean del Atlético. Roban las banderas a los niños y todo.

El Frente es una organización perfectamente estructurada y jerarquizada. Sus miembros se juntan en secciones, de unos 20 o 25 miembros, que toman el nombre del barrio o ciudad del cinturón de Madrid en el que viven la mayoría, pero pocos saben de dónde han salido los del Bastión, ni a qué se dedican ni de qué viven.Los conocen por sus rasgos físicos, como a ese abusón de más de 30 años con la cara llena de cicatrices que va en tirantes hasta en el más crudo invierno. Otras secciones se han visto infiltradas por skins o neonazis, pero Bastión o TNT o Nueva Guardia son otra cosa. Se juntan por la zona de bares del paseo de los Melancólicos, cerca del Manzanares, por donde está el Alegre, donde la tarde empezó a torcerse para Aitor.

"Son macarras violentos y medio delincuentes", dice la policía. "Los tenemos controlados desde 1993, pero, claro, no podemos estar encima de ellos en todo momento". Su historial violento tiene un escenario habitual en los alrededores del Vicente Calderón y también la armaron en algunos desplazamientos, como en Sevilla. La mayoría han sido detenidos por hechos violentos en los alrededores del estadio.

"Son violentos dentro y fuera de los estadios", sigue la policía. "Y con este navajazo han querido hacerse un nombre". Aunque el grupo estable lo componen unas 30 o 40 personas, las decisiones las toman "15 o 16, que arrastran a los demás".

¿Ideología? "Si les preguntas quién fue Hitler o qué es el nazismo lo mismo te salen con cualquier chorrada. No tienen ni idea de nada. Las svásticas y los aguiluchos y todas esas gilipolleces las llevan por gusto estético o para provocar, como las bombers y el pelo rapado", dicen quienes les conocen. "Aunque no todos son así. A título individual alguno ha pertenecido a organizaciones fascistas, como las antiguas Bases Autónomas, y seguramente alguno de los actuales puede estar próximo al grupúsculo de Sáenz de Ynestrillas, pero la motivación de su violencia no es política". Es una violencia gratuita. Tribal.

Su mecánica es bien sencilla y está estudiada por especialistas policiales. "Entran a los bares, se ponen tibios a porros y a alcohol y salen a la calle a montarla. Contra quien huela a rival. Y dentro del campo, hasta contra el Frente. "En el campo nos tuvo que rodear la policía porque dijeron que iban a venir a por nosotros", cuenta uno que les pasó el día de la Real Sociedad. Aquel día, amparados en el crepúsculo que difuminaba sus rostros, agredieron a Aitor Zabaleta. Pensaron que nadie les identificaría individualmente. La posible impunidad les dio alas.

La venganza del Frente, de los moderados de la organización, fue cantar un nombre cuando la policía empezó a interrogarlos el miércoles. El denunciado era un miembro de Bastión que, precisamente, ya estaba detenido ese día por un hecho violento diferente. "Y a éste volvimos a interrogarle. A la brigada les dio otros dos nombres, otros dos violentos a los que detuvimos el jueves. Y entre ellos quizás esté el del navajazo".

A la policía le espera una ardua tarea. Los dos nuevos detenidos darán más nombre, por lo que aumentarán las detenciones. Puede que caiga todo el grupo, pero seguirá siendo Bastión. Seguirán rigiendo sus normas mafiosas. "Eso añade una complicación para descubrir al verdadero asesino", dice la policía. "Éstos pueden autoinculparse unos a otros o incluso, ante nosotros, ponerse todos de acuerdo en un nombre, pero ante el juez decir todo lo contrario".

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