España pierde aliados en la batalla financiera
Los aliados de España en la batalla financiera de la Unión Europea (UE) disminuyeron en número y entidad durante el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas, el Ecofin. Madrid se quedó con los únicos apoyos de Lisboa y Atenas en la escaramuza. Los tres trataban de evitar que viera la luz, a título de conclusiones y como preparación de la próxima cumbre de Viena, un documento de la presidencia austriaca en el que se resumía del debate del último Ecofin sobre la propuesta de "estabilización del gasto" comunitario en el periodo 2000-2006.Esa estabilización enmascaraba una simple reducción del ...
Los aliados de España en la batalla financiera de la Unión Europea (UE) disminuyeron en número y entidad durante el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas, el Ecofin. Madrid se quedó con los únicos apoyos de Lisboa y Atenas en la escaramuza. Los tres trataban de evitar que viera la luz, a título de conclusiones y como preparación de la próxima cumbre de Viena, un documento de la presidencia austriaca en el que se resumía del debate del último Ecofin sobre la propuesta de "estabilización del gasto" comunitario en el periodo 2000-2006.Esa estabilización enmascaraba una simple reducción del presupuesto de los Quince, de un mínimo de 10.000 millones de euros (1,6 billones de pesetas) anuales en el periodo. Si se aprobase, costaría a España algo más de dos billones de pesetas de las transferencias a recibir durante el septenio, sólo en política estructural.
Pues bien, algunos de los aliados de la sesión de la semana pasada -como Italia e Irlanda, que también se oponen al recorte- desistieron de hacer causa común en el enfrentamiento de ayer. El secretario de Estado de Economía, Cristóbal Montoro, rechazó el texto. No porque no recogiera más o menos correctamente las divergencias en cada punto. No porque no hiciese una fotografía de los desacuerdos, no. Sino porque, "al no haber habido acercamientos, es inútil aparentar que los ha habido", y por tanto, huelga un documento de conclusiones. España se negaba incluso a que se emitiera cualquier tipo de texto.