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FIESTA EN LA REPÚBLICA DE GRÀCIA (I) Usted se encuentra aquí

El primer señor o señora que llegó a Gràcia lo hizo en el Paleolítico, a media mañana. Se supone que vivían en unas cuevas sitas en el parque Güell, actualmente consagradas al alivio de pensionistas que pasean por el parque Güell con una bufeta de autonomía corta. Los iberos, en precaución de posteriores invasiones japonesas, abandonan el parque Güell y se asientan en un poblado entre Valle de Hebrón y República Argentina. Debía de ser un sitio acogedor, pues los romanos deciden establecerse justo encima. Ale-hop. De este periodo procede, precisamente, el primer ciudadano de Gràcia conocido. Se trata de un niño romano, cuya lápida funeraria atestigua que se llamaba L.HER.OP, un nombre largo y extraño, de lo que se deduce que en su casa le llamarían con el familiar y campechano Tatequieto, tan común entre los niños de la Península aún en nuestros días. En el medievo la toponimia de la zona está poco clara. Se sabe, empero, que el Torrent de l"Olla se denominaba Torrent Fondo, por lo que la cartas destinadas a Torrent de l"Olla eran sistemáticamente devueltas. El núcleo urbano de Gràcia se va desarrollando a partir del siglo XVI, y a raíz de una prohibición de levantar nuevos monasterios en el interior de la muralla de Barcelona -podemos hablar, pues, de una campaña Barcelona posa"t agnòstica-. Tres órdenes fundan sus nuevas oficinas en este arrabal de Barcelona aún sin nombre y van creando entramado callejero. Uno -el de Nuestra Señora de Gracia, hoy Josepets- le da el nombre al núcleo. Pero Gràcia no era Gràcia, que era Barcelona. En 1816 los ciudadanos piden a Fernando VII que les otorgue municipio. El municipio finalmente es otorgado en 1821, en pleno trienio progresista y en pleno vigor de la Constitución de Cádiz, que garantiza ayuntamientos para aquellas poblaciones mayores de 1.000 habitantes. En 1823, la Constitución de Cádiz y Gràcia desaparecen, en ambos casos por la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, que van e instalan su playa Omaha en Gràcia. La solicitud de ayuntamiento se vuelve a cursar en 1828. Dos años después, Fernando VII se levanta flamenco y otorga el municipio, pero -había cenado melón- le hace llamar Villa de San Fernando y Santa Amalia de Gracia. Afortunadamente para la Historia Universal de la Toponimia, en 1833 el Ayuntamiento se vuelve a ir al garete hasta 1850, cuando Gràcia inicia su periodo independiente más largo. Su primer Ayuntamiento tiene un presupuesto de poco más de 200.000 pesetas. El último, en 1897, de más de dos millones. La industrialización A lo largo del siglo pasado, Gràcia se industrializa. En 1837 se establece la primera fábrica de fósforos de la Península, muy útil posteriormente para ese deporte graciense consistente en quemar edificios eclesiásticos. No tardan en aparecer el Vapor Vell i el Vapor Nou, textiles, que atraen nuevos pobladores y los ubican en casas de 6 m x 10 m -algunas están en pie; visiten piso muestra en calles Igualada, Llibertat y Fraternitat-. La población va decantándose hacia cosmovisiones republicano-federales y anarquistas, lo cual, según Proudhom -"los republicanos españoles hablan una jerga anarquista"-, era más o menos lo mismo. En 1856 una mani sale de un vapor con pancartas con el texto "Pan" y "Trabajo". Ese mismo año Gràcia es el núcleo de resistencia barcelonés ante el general Zapatero, que manda parar el Bienio Progresista. En 1868 ya hay asociaciones obreras adscritas a la Primera Internacional. En 1870, el Comité Local del Partido Republicano organiza la Revolta de Quintes, un motín republicano que se opone al envío de tropas a Ultramar. La Campana del Reloj de la plaza de Rius i Taulet estuvo sonando durante días para animar el cotarro a tal efecto. Los amotinados perdieron por goleada en casa, pero la Campana quedó convertida en un símbolo republicano que llega como tal al siglo XX: en 1929 las presiones ciudadanas consiguieron que no se fundiera para hacer una pieza de la fuente de la plaza de España. En 1873, los federales de Gràcia organizan una huelga general contra el golpe de Pavía, que finiquita la I República. Incomprensiblemente, Pavía hace oídos sordos. En 1889 la cosa está un tanto tranquila, de manera que Buffalo Bill se atreve a visitar Gràcia con su Buffalo Bill Wild West. Su gira graciense tiene un éxito relativo: le llueve en todas las funciones y se le mueren 10 indios y 4 rostros pálidos por viruela. Cuando se va Buffalo Bill, los motines y juergas con cadáver se van repitiendo. En 1907 Gràcia consigue la cifra récord de 76 barricadas en la calle. Un dato: las barricadas estaban hechas, mayormente, con somieres, por lo que se supone que los caballeros que sobrevivieron a los ataques del ejército, luego tuvieron que sobrevivir a los de su señora. O, glups, peor, su madre. En 1917, en la primera huelga general de España los gracienses se cargan a un capitán del Ejército. En 1918 se van de mani para celebrar el fin de la I Guerra Mundial. En 1936, en Gràcia gana la lista del Frente Popular por un 63%. Hace dos años que el Europa, el club de Gràcia, gana la Copa Catalunya. Bueno. Todas estas cosas se perderán en el tiempo como una lágrima en la lluvia. O, de hecho, ya se han perdido. ¿Qué es un barrio? ¿Cómo se vive un barrio en Barcelona? ¿Para qué sirve ser de un barrio? ¿En un barrio se vive la ciudadanía? ¿Cómo se exhibe y se vive la ciudadanía en un país que tiene más tradición ganadera que ciudadana? Ni idea. Parece ser que todo esto, en Gràcia, tiene algo que ver con las fiestas de Gràcia, cuando un grupo de ciudadanos se reúne y hace una cosa llamada fiestas de Gràcia. Éste será el tema de esta página. No se vayan, amigos. Mañana, más.

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