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La ministra es legionario

Concluye el periodo de sesiones del Congreso de los Diputados. Cunden los obligados balances sobre la actividad parlamentaria. El Gobierno, por ejemplo, anuncia triunfal que su presidente Aznar ha respondido en dos años más preguntas que su predecesor González en los 12 años anteriores. Para llegar a semejante afirmación, se oculta que fue precisamente en tiempos de González cuando se introdujo en el reglamento de la Cámara la sesión de control al Gobierno con preguntas orales al presidente, así como los debates sobre el estado de la Nación. Es decir, que ni Adolfo Suárez ni Leopoldo Calvo Sotelo, que consumieron cuatro años de Gobierno después de aprobada la Constitución, estuvieron nunca sometidos a las preguntas orales de la oposición. Pero es igual, la misma pereza periodística que nos ha llevado al tenue periodismo de reacciones en cadena, bajo la ley del mínimo esfuerzo, evitará que algún medio nos ofrezca el trabajo de compilar esas respuestas y de analizarlas para saber qué cantidad de información encerraban. El análisis de éstas serviría para radiografiar cuáles son los asuntos que han interesado durante el periodo de sesiones a la oposición. A la socialista, a la de Izquierda Unida y a la del Grupo Mixto, así como también para fotografiar al séquito parlamentario del Gobierno constituido por los nacionalistas catalanes, vascos y canarios de CiU, PNV y CC. La partida de pimpón parlamentario ha resultado muy pobre para los espectadores. Sólo se recuerda una sesión en que los socialistas subieron a la red, incorporaron a sus preguntas la respuesta esperable de sus antagonistas y consiguieron desconcertarles. Así, antes de plantear la cuestión, ellos mismos empezaban por confesar los errores de anteriores etapas. Esa tarde querían saber el porqué de algunos nombramientos arbitrarios, pero empezaban con el yo pecador de "nosotros, que nombramos a Roldán para la Guardia Civil y directora del BOE a Carmen Salanueva, que acabó también condenada por malversación de fondos, desearíamos, sin embargo, ser informados de los criterios utilizados por el ministro equis para designar a los altos cargos y griega y zeta". El éxito fue rotundo, pero el sistema fue abandonado.Entretanto, por azar, se difunde un escrito del Ministerio de la Presidencia fechado el 22 de junio que lleva la firma del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José María Michavila, y va dirigido al presidente del Congreso de los Diputados. Sorprende que el registro de entrada lleve fecha de 1 de julio, como si la distancia entre Moncloa y la Carrera de San Jerónimo necesitara nueve días para ser cubierta. Pero el texto del escrito añade otras indicaciones ilustrativas sobre el momento que viven las relaciones del Gobierno con el Congreso de los Diputados. Dice que "a los efectos del artículo 190 del reglamento del Congreso de los Diputados, se traslada respuesta del Gobierno al asunto de referencia".

El asunto de referencia resulta ser una pregunta de Manuel Francisco Alcaraz Ramos, del Grupo Mixto. La pregunta literal interesa cuáles sean los "méritos apreciados en la ministra de Justicia para ser nombrada "Legionaria de Honor". La respuesta señala que "la normativa para la concesión del título de Caballero Legionario de Honor es de carácter interno de la Legión y la facultad de nombramiento recae en el general jefe de la brigada de la Legión". Y añade que "a la señora ministra de Justicia, doña Margarita Mariscal de Gante, se le ha concedido ese título al considerar la autoridad otorgante que cumplía con los requisitos recogidos en la normativa, al haber manifestado la misma un especial aprecio y consideración hacia la Legión". De donde se deduce que la ministra no ha sido nombrada Legionaria, sino Caballero Legionario de Honor, que la normativa para el nombramiento es de carácter interno y que el general jefe de la brigada de la Legión tiene la condición de general jefe del mando de la Legión. ¿Podría esta broma servir para erradicar la práctica de las condecoraciones de unos ministerios a otros?

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