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Muere a los 70 años James E. Ray asesino confeso de Luther King

James Earl Ray, el asesino confeso del reverendo Martin Luther King, sucumbió ayer a una dolencia hepática en un hospital de Nashville (Tennessee) y falleció a los 70 años, llevándose a la tumba su posterior alegato de inocencia sobre el famoso crimen ocurrido el 4 de abril de 1968. Sin embargo, todo parece indicar que va a seguir abierta la teoría de que hubo una conspiración tras la muerte del líder negro.

Ray, que cumplía una condena de 99 años, llegó a congraciarse recientemente con la familia de Martin Luther King, que también le consideraba inocente. El condenado llevaba por lo menos un día en coma en el Nashville Memorial Hospital a donde había sido trasladado urgentemente el lunes debido a un empeoramiento de su ya prolongada dolencia hepática, un tipo de cirrosis que padecía desde que le operaron tras recibir una puñalada en la cárcel. Las visitas de Ray al hospital han sido constantes en el último año, y su muerte parecía inminente en cada una de esas ocasiones.

El protagonista de uno de los sucesos más conocidos y enigmáticos de la historia de EE UU era un delincuente común con un largo historial de robos y otros delitos menores que se escapó de una cárcel en Misuri en 1967 y que, tras comprar un fusil en Alabama, se dirigió a Memphis en abril de 1968, coincidiendo con una visita de King a esa ciudad. El día 4 de ese mes, Ray mató a King cuando éste salió a tomar el aire al pasillo exterior de la habitación en que se alojaba, en el ya mítico Lorraine Motel.

Ray huyó a Canadá y luego a Portugal hasta que fue detenido en junio de 1968 en el aeropuerto de Heathrow en Londres. Esta movilidad internacional es uno de los argumentos que utilizan quienes creen que el plan de Ray tenía que tener algún tipo de respaldo. En cualquier caso, Ray, se declaró culpable en ese momentó para evitar la pena capital e ingresó en prisión con una condena de 99 años. Pero pronto se retractó en su confesión, dijo que le habían obligado a firmarla y explicó que él era sólo el cabeza de turco de una conspiración mayor, que desconocía.

Aceptó que él había comprado el fusil, pero que se lo dio a un tal Raoul, personaje misterioso de quien nunca más se supo. En 1978, un comité del Congreso determinó que fue Ray quien disparó la bala asesina, pero que lo hizo porque una organización racista de Misuri le ofreció la considerable recompensa de 50.000 dólares de los de entonces. Posteriormente Ray escribió un libro desde la cárcel que vio la luz en. 1991 y en el que explicaba sus teorías. Aun. así, todos los tribunales de apelación que revisaron su caso se resistieron a darle la razón. William Pepper, uno de los abogados de Ray, declaró ayer a la cadena CNN que, si bien la muerte de su cliente pone fin a su defensa, el caso no está cerrado, ya que entre otras cosas la familia de Martin Luther King seguirá insistiendo en que se llegue a la verdad.

En 1997, el hijo del líder de los derechos civiles aceptó escuchar las explicaciones de James Earl Ray y quedó convencido de que no pudo actuar por su cuenta. Ray dijo claramente a Dexter Ray que él no mató a su padre. A raíz de este giro en la familia King, se realizaron nuevas pruebas, de balística, con el rifle usado por Ray, pero sin resultados.

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Coretta Scott King, la viuda del reverendo, ha solicitado recientemente que se convoque una comisión nacional de reconciliación en torno al caso, y también se ha dirigido al presidente Bill Clinton y a la fiscal general Janet Reno para que se reabra la investigación.

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