La guerra de Di Bella

Enfermos de cáncer italianos quieren tratarse con un método no autorizado

, Se llama Luigi Di Bella y tiene 85 años. Hasta hace poco tiempo era un médico de Módena (Italia) conocido tan sólo por un puñado de enfermos de cáncer que habían seguido su método curativo, una cura "biológica" basada en un cóctel de fármacos, hormonas y vitaminas. Desde que las autoridades sanitarias se opusieron al uso de este método carísimo en los hospitales públicos, Di Bella ha pasado a convertirse en genio perseguido para unos, y en la viva encarnación del charlatán para otros. En un lado de la trinchera están miles de enfermos, algunos de los cuales han recurrido incluso a los tribun...

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, Se llama Luigi Di Bella y tiene 85 años. Hasta hace poco tiempo era un médico de Módena (Italia) conocido tan sólo por un puñado de enfermos de cáncer que habían seguido su método curativo, una cura "biológica" basada en un cóctel de fármacos, hormonas y vitaminas. Desde que las autoridades sanitarias se opusieron al uso de este método carísimo en los hospitales públicos, Di Bella ha pasado a convertirse en genio perseguido para unos, y en la viva encarnación del charlatán para otros. En un lado de la trinchera están miles de enfermos, algunos de los cuales han recurrido incluso a los tribunales para defender su derecho a la "libertad de curación", y, por lo que parece, hasta el Vaticano. Del otro, la cúpula sanitaria oficial que reclama a Di Bella las fichas clínicas de sus enfermos antes de dar luz verde a su método.Columnistas de los principales diarios, entrevistadores de los programas más famosos de la televisión italiana, políticos, magistrados, científicos y hasta el mísmisimo Vaticano han entrado de lleno en la polémica desatada por la famosa cura Di Bella. Unos para acusar al método -que han decidido administrar gratuitamente a los enfermos terminales los hospitales de la región sureña de Puglia- de escasamente científico, otros, como L'Osservatore Romano, órgano de prensa del Vaticano, para recordar cautamente, "el derecho de los enfermos a la esperanza". Como en las mejores telenovelas, el caso Di Bella está repleto de buenos y malos, personajes intercambiables según la visión de cada uno. Mientras los medios más afines al Gobierno del Olivo parecen haber tomado partido claramente por la ortodoxia médica, los más próximos a la coalición de oposición -el Polo- se han inclinado del lado del doctor.

Di Bella, un hombre obstinado que ha tratado, dicen, con cierta soberbia a las autoridades sanitarias, se defiende explicándo que ninguno de los fármacos que utiliza en su particular terapia son desconocidos, y, por tanto, no requieren experimentación alguna. La base de su método anticanceroso es la administración de una hormona del hipotálamo, la somatostatina, que se vende en Italia a precios astronómicos. Además, el doctor de Módena, combina un complejo con vitaminas E, A, ácido retinóico y betacaroteno, bromocriptina y melatonina, entre otras substancias. El coste hospitalario de la cura, según cálculos del diario Corriere de la Sera, se elevaría a unas 200.000 pesetas al mes, mientras las dosis necesarias pueden costar en la farmacia unas 800.000 pesetas.

Si la cura Di Bella funciona o no, es en estos momentos un dato difícil de precisar, tan elevado es el tono emocional del caso. Los seguidores del profesor, que han creado una organización de apoyo presidida por la madre de un ex paciente, aseguran que la terapia en cuestión hace maravillas. Di Bella es más cauteloso y se limita a repetir que sólo pretende aminorar el sufrimiento de los enfermos.

En un intento de enfriar el ambiente, la ministra Rosy Bindi ha prometido a los dibellistas que el método será experimentado una vez que la burocracia sanitaria representada por la Comisión única del Fármaco y la Comisión Oncológica así lo decidan dentro de una semana. Los partidarios de Di Bella dicen que ya no se fían de la imparcialidad del dictamen oficial.

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