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Clinton acepta la propuesta de diálogo con Irán

El presidente Bill Clinton dio ayer la "bien venida" a la propuesta de deshielo en las relaciones entre Washington y Teherán efectuada el domingo por el presidente iraní, Mohamed Jatamí. Clinton se declaró "bastante animado" por la propuesta y añadió: "Nada me gustaría más que tener un diálogo con Irán, siempre que podamos sostener una discusión honesta sobre asuntos de importancia". Estados Unidos e Irán, según informó The New York Times, ya colaboran de hecho desde hace meses para encontrar salidas a la crisis bélica en Afganistán, cuyos extremistas talibán desagradan a uno y a otro.

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A diferencia de lo que hubiera ocurrido si la rama de olivo hubiera sido tendida por el iraquí Sadam Husein, Estados Unidos tomó muy en serio el gesto de Jatamí. "Intriga", "interés" y "cautela" fueron las palabras usadas ayer con más frecuencia por los portavoces de la Casa Blanca y el Departamento de Estado. El propio Clinton precisó los tres "asuntos de importancia" sobre los que desearía un diálogo con el régimen islámico iraní: el terrorismo, el proceso de paz en Oriente Próximo y el desarrollo del armamento nuclear, químico y bacteriológico.Los grandes diarios norteamericanos publicaron en sus primeras páginas la declaración en la que Jatamí expresó su deseo de abrir un "diálogo" con "el gran pueblo norteamericano". Subrayaron que es el gesto verbal de apertura hacia Estados Unidos más importante realizado por un dirigente de la república islámica desde la revolución jomeinista de 1979.

El gesto de Jatamí no cayó en saco roto, porque la Casa Blanca y el Departamento de Estado están cada vez más incómodos por el corsé impuesto a sus relaciones con Irán por casi dos décadas de enfrentamiento. Obligado por la ley de Sanciones a Libia e Irán de 1996 (ley D'Amato), el Ejecutivo norteamericano se ve obligado a mantener un duro embargo político, diplomático y económico a Irán y a enfrentarse a países que, como los de la Unión Europea, tienen puentes tendidos hacia ese país.

Esa actitud, se dice en voz baja en Washington, no ha conseguido derribar al régimen islámico, priva a Estados Unidos de la relación con un país clave en la zona y permite que los europeos tomen la delantera en materia económica y comercial.

"La continuidad de nuestra política", escribió en julio Richard Murphy en The Washington Post, "no es viable a largo plazo y no tiene en cuenta el complejo y a menudo positivo papel que Irán desempeña en Oriente Próximo y el Asia Central". Murphy, que fue embajador norteamericano en Siria y Arabia Saudí y subsecretario de Estado entre 1983 y 1989, señaló que Irán es una nación de la que no se puede prescindir por mucho tiempo en esa parte del mundo y recordó que su régimen es más popular y participativo que muchas de las dictaduras y monarquías árabes aliadas de Estados Unidos.

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La idea de Richard Murphy de aprovechar la llegada por métodos electorales del moderado Jatamí a la presidencia para comenzar una nueva etapa en las relaciones con Teherán ha ido abriéndose camino en Washington en los últimos meses. El martes de la pasada semana, antes del comentario de Jatamí, James Foley, portavoz del, Departamento de Estado, ya declaró que Estados Unidos está dispuesto a abrir "diálogo" con Irán, siempre y cuando sea "con un representante autorizado del Gobierno y con conocimiento público".

La insistencia en la necesidad de luz y taquígrafos procede del trauma de las negociaciones secretas sostenidas en los años ochenta por colaboradores de Ronald Reagan con el sector moderado iraní entonces encabezado por Rafsanyani, que dieron paso al denominado escándalo Irán-Contra.

Norteamericanos e iraníes, informó ayer The New York Times, ya colaboran desde la llegada de Jatamí a la presidencia en la búsqueda de una solución a las guerras de Afganistán. Los contactos entre las dos partes, unidas por fuertes reservas respecto a los talibán, tienen lugar en Nueva York, al amparo de Naciones Unidas. El representante norteamericano es Karl Inderfurth, asistente del secretario de Estado.

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En Washington se recordaba ayer que, aunque el restablecimiento de relaciones con Occidente es popular entre el pueblo iraní, los grupos más radicales del régimen están capacitados para zancadillear el aperturismo de Jatamí. El presidente iraní tiene poderes constitucionales limitados y sobre él pesa la sombra del muy conservador ayatola Ali Jamenéi, heredero de Jomeini y líder espiritual de la república islámica.[Ayer, precisamente, la policía iraní detuvo al más destacado líder de la oposición, según informa la agencia Reuters desde Teherán. Ebrahim Yazdi, líder del Movimiento por la Libertad en Irán, había sido uno de los 50 firmantes de una carta de apoyo al clérigo Alí Montazeri, que se halla bajo arresto domicialiario por cuestionar los poderes del líder espiritual Jamenéi.]

Jatamí, no obstante, ha logrado restablecer relaciones con la Unión Europea y, la pasada semana, fue el anfitrión en Teherán de líderes de numerosos países árabes y musulmanes, entre ellos Arabia Saudí, el más fiel aliado de EE UU en el Golfo.

Estados Unidos rompió lazos con Irán en 1979, después de que militantes jomeinistas ocuparan su Embajada en Teherán y secuestraran durante 444 días a 52 norteamericanos.

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