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Tribuna
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Historia de dos ciudades

Estos días suceden en Bilbao y Madrid dos acontecimientos simétricos: se presentan a los ciudadanos dos obras emblemáticas: en Bilbao surge hacia arriba el descomunal Guggenheim; en Madrid se hunde hacia abajo el miserable agujero de la plaza de Oriente. Y digo simétricos por lo de contrapuestos. En los hechos no hay paralelismo y, si puede hablarse de simetría, es solamente en el sentido de que lo que en Bilbao va hacia arriba, en Madrid lo hace hacia abajo.El Museo Guggenheim se inaugura en Bilbao en medio de grande y merecida publicidad. Lo de menos es el contenido, aunque probablemente sea importante. El edificio puede con todo.El Gobierno vasco ha gastado 23.000 millones en un edificio disparatado, que tendrá graves problemas de conservación y un futuro artístico incierto (y aún se podrían amontonar más calificaciones negativas), pero se trata de un artefacto emocionante, que resuelve felizmente el paisaje de la ría y ofrece unos espacios interiores absurdos, desde el punto de vista funcional, pero sobrecogedores.

Se trata de una apuesta arriesgada y carísima, que ha salido bien y será para Bilbao lo que la Opera fue para Sidney.

Bilbao y Sidney han hecho unas arriesgadas apuestas que han resultado ganadoras y tienen unas hermosísimas imágenes que ofrecer al mundo. Y ni ahora, ni en otros tiempos, las imágenes han tenido precio.

No tengo duda de que el futuro dará por bien empleados los 23.000 millones del museo, y para celebrar anticipadamente el éxito, las autoridades programan una sucesión de festejos, convenientemente anunciados para que la ciudad de Bilbao de la bienvenida a su nuevo monumento.

Mientras tanto, a lo que parece, el Ayuntamiento de Madrid prepara de forma clandestina la inauguración de su subterránea y triste aportación al Madrid monumental, la plaza de Oriente. El día 10, de forma oculta y vergonzante como corresponde al subterráneo símbolo de la vocación zapadora de nuestro alcalde, se inaugurará de forma subrepticia y de espaldas a los ciudadanos el cutre agujero -ni siquiera es un socavón grandioso- gestado entre los señores Manzano y Oriol y pagado por los madrileños, al que Abc, muy propiamente, y al menos en eso estamos de acuerdo, ha hecho símbolo de la gestión municipal.

En los subterráneos de la plaza de Oriente sólo estamos ante un reflejo del Guggenheim en el aspecto económico: al menos 10.000 millones de dinero público -nunca se sabrá la verdad de lo que ha costado- se han enterrado en una obra con un fin; eso sí, utilitario.-

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Los madrileños a quienes "no os iba a costar nada" tendremos la dudosa satiscción de haber subvencionado con unos diez millones de pesetas por plaza de aparcamiento a algunos afortunados ciudadanos.

Por el camino se han destrozado unos restos arqueológicos "sin importancia" y se han muerto unas decenas de árboles que ya se sabe que "estaban enfermos" y no iban a perdurar siempre.

Pese a la acrisolada cutrez de nuestro gobierno municipal, el secretismo de la inauguración parece reflejo de algún rastro de vergüenza, probablemente inconsciente, pero es una pena dejar las cosas a medias. Ya que los ciudadanos hemos pagado por nuestro miserable agujero una suma comparable a la que los bilbaínos han pagado por su maravillosa locura, lo menos. que podemos hacer es ser plenamente conscientes de lo que Madrid adquiere. Y, para remediar la timidez municipal a la hora de inaugurar su magno empeño, verdadero símbolo de su gestión, el Club de Debates Urbanos ha organizado una inauguración popular del agujero de la plaza de Oriente e invita a todos los ciudadanos de Madrid el sábado 8 de noviembre, a las doce del mediodía, a disfrutar de la magna obra, comprobando que, gracias al ingenio del señor Oriol y a nuestro dinero, puede pasarse en automóvil sin atropellar peatones (y sin ver el palacio), y_que los peatones, aunque no sean japoneses, pueden cruzar sin ser atropellados gracias a la técnica moderna.

Podrá, pues, acudirse, según la preferencia, en automóvil para pasar varias veces por el túnel, o a pie para cruzar repetidamente la antigua calle de Bailén. Lo que desgraciadamente no podremos hacer es usar las plazas de aparcamiento que tan generosamente hemos subvencionado.

Ricardo Aroca es presidente del Club de Debates Urbanos y director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, .

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