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Tribuna
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El cómico frente al plasta

La noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura a Dario Fo se ha convertido en uno de esos momentos reconfortantes que provocan que uno se reconcilie con ciertos sectores con los que es fácil estar enfurruñado. Me he alegrado especialmente porque es un premio que ignora a todos los partidarios de ser plasta y finalmente éste ha sido un reconocimiento al cómico frente al plasta intelectual.Casi casi me he reconciliado con los señores de los Premios Nobel, porque esta vez se ha demostrado que de cuando en cuando, aunque sólo, sea por casualidad, dan un galardón con auténtico acierto.

Els Joglars descubrimos a Fo hace muchísimos años en una gira que hicimos por Italia y él, con su potente humanidad, vino a ver nuestra representación. Por lo que hablamos después, le causamos una buena impresión, y a partir de ahí los contactos han sido numerosos y cada vez que he podido he ido a ver algo de él. Su teatro es enormemente gratificante. Un teatro útil a una sociedad y a un público no minoritario; un teatro que tiene una buena e inteligente dosis de transgresión, que está basado en el entorno inmediato..., un teatro, finalmente, igual que el que hacían los clásicos. Ahora lo que ocurre es que estamos rodeados de neoclásicos y el neoclasicismo es una actitud degenerada.

Els Joglars y el teatro de Dario Fo tienen en común nuestros ancestrales comediantes de la Commedia dell'Arte; también, lógicamente, a Aristófanes, y todo ese teatro de raíces mediterráneas donde se alterna lo obsceno, lo grotesco y lo exagerado con lo sublime, con lo emotivo y lo sutil.

Creo que felicitarle sería absurdo, pero sí decirle que aproveche los millones que va a pillar para premiarse a sí mismo con una buena vida mediterránea. A fin de cuentas, esto es para cuatro días y, a pesar de todo, será enterrado en lugar no santo.

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