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Arafat y Netanyahu se muestran esperanzados ante una nueva iniciativa de paz de EE UU

La decisión estadounidense de reimpulsar el proceso de paz en Oriente Próximo, con el compromiso explícito de un viaje a la zona de la propia Madeleine Albright, ha resultado lo bastante convincente como para satisfacer a todos los actores del conflicto. Tanto el presidente palestino, Yasir Arafat, como el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dieron ayer una buena acogida al plan de la secretaria de Estado norteamericana. Los titulares de Exteriores de Egipto y Jordania lo calificaron de paso positivo. Sobre el terreno, sin embargo, continúa la guerra de palabras.

"Hablamos por teléfono ayer y le agradecí [a Albright] su discurso que prueba el interés de Estados Unidos por impulsar el proceso de paz y salvarlo de la actual crisis", manifestó ayer Arafat desde Gaza."Le daremos la bienvenida a ella y a cualquiera que ayude a restaurar la seguridad", declaró por su parte Netanyahu.

Más explícito estuvo el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Amer Musa, para quien "Madeleine Albright articuló una nueva postura estadounidense relativa al proceso...". "La articulación de una iniciativa en tomo a esas líneas por parte de Estados Unidos es muy importante en tanto que garante del proceso de paz", subrayó Musa, que hablaba a la prensa tras una entrevista entre el presidente egipcio, Mohamed Hosni Mubarak, y el príncipe heredero de Jordania. El jefe de la diplomacia jordana, Fayes al Tarauna, coincidió en calificar la propuesta de "paso positivo".

El día anterior Albright había asegurdado que su país busca "una paz justa y duradera que se alcance por medio de negociaciones directas, basadas en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, e incluya el principio sobre el que se funda todos los acuerdos árabo-israelíes: paz por territorios".

Después de seis meses de reticencia, Estados Unidos parece decidido a recuperar aceleradamente un papel de mayor protagonismo diplomático en el proceso de paz de Oriente Próximo que de un nuevo impulso a la deteriorada negociación entre Israel y la Autoridad Palestina, informa Juan Cavestany desde Washington. Así se desprende de las declaraciones realizadas tanto por Albright como por el propio presidente Bill Clinton, que señalan un cambio de dirección respecto a la política de no intervención adoptada por EE UU como respuesta a la línea dura de Benjamín Netanyahu.

Albright ha anunciado que viajará a la región a finales de agosto, y Clinton se ha comprometido a "ofrecer ideas" para "que el proceso [de paz] se ponga en marcha otra vez para restaurar la confianza de ambas partes". Según Clinton, la paz es imposible "hasta que las partes confien mutuamente y hasta que Israel crea que la Autoridad Palestina está haciendo un esfuerzo al cien por cien en cuestión de seguridad, que es distinto que. decir resultados al cien por cien". El enviado especial, Dennis Ross, viajará este fin de semana a la región para evaluar la seguridad existente de cara al primer viaje de Albright. Albright había hablado también el miércoles de una "crisis de confianza" y afirmó que EE UU seguirá apoyando el diálogo, pero que no impondrá soluciones.

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Tratando de ser ecuánime, Albright criticó en su discurso a Arafat por no hacer todo lo que está en sus manos para detener el terrismo y a Netanyahu por su política de asentamientos. Mientras algunos observadores se congratulan por la renovada implicación de EE UU en la crisis, un editorial de The Washington Post denunciaba ayer a Albright por haberse quedado corta en su declaración de intenciones ya que no detalló cuál cree EE UU que debe ser el objeto de la negociación: los asentamientos israelíes o la autodeterminación de los palestinos, que Washington no reconoce.

El objetivo inmediato de los diplomáticos de EE UU es convencer a Arafat de que se siente a la mesa para recuperar el tiempo perdido, a lo que el líder palestino se niega desde que, en abril, Netanyahu rompiera su compromiso de no seguir construyendo asentamientos en territorios en disputa.

Sin embargo, mientras en el ámbito internacional se extiende este clima positivo, sobre el terreno sigue la guerra de palabras. En una entrevista aparecida ayer en el diario israelí Yediot Ajaronot, Arafat amenazaba a Israel con una explosión de violencia a causa de las medidas adoptadas contra los palestinos por Netanyahu. Sus declaraciones provocaron la rápida reacción, no sólo del primer ministro israelí, sino del mismísimo Departamento de Estado norteamericano que las calificó de "contraproducentes".

Ayer mismo Arafat se vio obligado a matizar sus palabras, informa Jerca Kos desde Jerusalén. "Llamo a la dura batalla contra las medidas de castigo impuestas por Israel", aclaró durante una breve estancia en Erez, al norte de Gaza. "No es una llamada a la guerra". El líder palestino reiteró, sin embargo, que Netanyahu le había declarado la guerra con las medidas de bloqueo territorial, económico y social a la autonomía.

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