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Tribuna
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Almas sensibles

El deporte siempre ha sido utilizado para aunar voluntades y exaltar identidades, para hacer patria en definitiva. Una competición que enfrenta a los nuestros con los otros es un motivo ideal para manifestarnos mucho más nosotros, creemos un todo que se quiere y olvidar por un momento que vivimos a la greña, precisamente con nosotros mismos. Es comprensible y hasta legítima esa emoción, incluso pasión, por ver ganar a la tribu propia aunque con frecuencia o casi siempre anule la inteligencia y los criterios que nos esforzamos por aplicar en otros campos como la ecuanimidad o la justicia.Lo que no parece legítimo y es zafio, grotesco y peligroso es instigar a despreciar y a odiar al contrario. Y son intolerables los llamamientos que implican violencia aunque sea en forma de metáforas de supuesto ingenio. "Leña al moro" rezaba el gran titular de portada de Marca del pasado miércoles ante la carrera de 1.500 metros en la que los nuestros, Fermín Cacho y Reyes Estévez, iban a disputar el campeonato del mundo a los otros, dos magrebíes además, moros e infieles, El Guerrouj de Marruecos y Morcelli de Argelia.

"Leña al moro". Autor o autores de este disparate deben haberse sentido inmensamente ingeniosos. El entusiasmo ante semejante hallazgo para arengar a la clientela patria no les habrá dejado ver que es un titular perfectamente asumible por cualquier revista neonazi prohibida por agitación e incitación al odio racial. Y les habrá impedido recordar que hace tan sólo unas semanas moría en Madrid un moro, un marroquí, Mourad El Abiline, de 19 años, porque un ex guardia civil le daba leña... con su pistola.

Se dirá que exageramos. ¡Qué tendrá que ver una cosa con la otra! También gritan "muerte al negro" o "mono vete a Africa" esos grupos de grandes chicos que, según sus respectivas directivas, son los Boixos, el Frente Atlético o Ultrasur. Con las almas sensibles que mandan en el fútbol de este país, la tropa de a pie, la vanguardia entusiasta, no puede ser un club de lírica. Y sus gritos son también gracietas inocentes, como el titular. Al fin y al cabo, todavía no han ahorcado ni metido en una jaula a Roberto Carlos o a Giovanni. Y también son un chiste las esvásticas en los estadios y las porras y las navajas y los puños de acero. Hasta que a alguno se le va la mano. En Majadahonda, en el Four Roses, en Fuenlabrada o en la calle Barquillo. Al son de gracietas y chascarrillos.

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