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50 AÑOS DEL PLAN MARSHALL

Una ayuda bien amortizada

EE UU recuerda al medio siglo de la propuesta del Plan Marshall que con su apoyo a la reconstrucción de Europa buscaba también fortalecerse a si mismo

Lo que para Churchill fue "el acto más generoso de la historia" y para Stalin una malévola conspiración con el objetivo de extender el imperialismo de EE UU en Europa, tuvo un nacimiento público extremadamente discreto: apenas un discurso de 12 minutos. La presentación en sociedad del Plan Marshall, bautizado inicialmente como Plan para la Recuperación Europea, pasó casi de incógnito. Diez meses después, las propuestas generales de aquel discurso se convirtieron en un programa concreto y más tarde, en una ley aprobada por las dos cámaras.Hoy hace 50 años, el 5 de junio de 1947, en la ceremonia de graduación de la Universidad de Harvard, no hubo ceremonias ni expectación. Por no haber, no hubo casi ni periodistas en el discurso en el que se trazaron las líneas maestras de la asistencia económica a la Europa de la posguerra. Los pocos reporteros que acudieron al acto tuvieron muchas dificultades para convencer a sus periódicos de la importancia de las palabras del secretario de Estado, George C. Marshall, debido a la estrategia de la Casa Blanca de no irritar al Congreso antes de tiempo.

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El 12 de diciembre de 1953, George C. Marshall recibió el Premio Nobel de la Paz por su decisivo papel en la reconstrucción económica de la Europa arrasada por la guerra. Lo que él y su equipo (Dean Acheson, Will Clayton, George Kerman, Clark Clifford) intentaron fue, según el discurso de Harvard, organizar "una política no contra ningún país o doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos". Entre 1948 y 1952, esa política se tradujo en ayudas a 16 países valoradas en 13.000 millones de dólares (el equivalente a 80.000 millones de dólares de ahora, unos 11,6 billones de pesetas), el 3,07% del PIB de Estados Unidos.

Un duro camino

Desde la propuesta del 5 de junio de 1947 en Harvard hasta la firma del Programa para la Recuperación Europea por parte del presidente Harry Truman, el 3 de abril de 1948, el plan sufrió la crisis de la retirada de la URSS de las discusiones iniciales (Moscú prohibió además a los Gobiernos de Polonia y Checoslovaquia que aceptaran participar), pasó por la discusión detallada con 16 países europeos y se sometió a un duro debate en el Congreso. La votación, relativamente holgada (318 contra 75 en la Cámara y 69 contra 17 en el Senado), estuvo precedida por una encendida discusión. El senador Robert Taft, líder de los aislacionistas y miembro del decisivo Comité de Apropiaciones, atacó el plan por entender que ayudaba al socialismo y quiso reducir su volumen económico: en lugar de 4.000 millones de dólares para. el primer año, propuso 3.000 millones. La moción fue derrotada gracias a intervenciones como la del senador Vandenberg, presidente del Comité de Relaciones Exteriores: "Cuando un hombre se está ahogando a una distancia de seis metros, es un error lanzarle una cuerda de cuatro metros y medio".Los análisis a posteriori demuestran que aquel presidente demócrata y aquel Congreso de mayoría republicana acertaron al ayudar a Europa, y que la iniciativa se basó más en el interés propio que en la magnanimidad. El hombre que lanzó la idea original del plan, el empresario y diplomático Will Clayton, fue brutalmente claro al defenderla, frente a los escépticos que temían el veto del Congreso: "Necesitamos mercados, grandes mercados en los que comprar y vender". Clayton consideraba evidente que la ayuda a Europa respondía básicamente a Ias necesidades y los intereses de los norteamericanos", tanto en el plano económico y comercial como en el de la seguridad: el Plan Marshall fue la base sobre la que se fundó la OTAN, herramienta básica de EE UU durante todo el periodo de la guerra fría, y su impulso convirtió a unos países empobrecidos en los principales socios comerciales de la economía norteamericana.

Cincuenta años después, el presidente Bill Clinton ha celebrado el aniversario reafirmando el compromiso de EE UU con Europa y asegurando a los europeos que los norteamericanos no volverán a caer en el aislacionismo del pasado: "Hemos aprendido las lecciones de la historia: no os abandonaremos", dijo Clinton en la ceremonia de La Haya la semana pasada en un discurso cuyo gran objetivo fue el de lanzar la idea de un Plan Marshall para Europa del Este, pero en esta ocasión basado en la iniciativa privada.

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Desde la perspectiva de EE UU, enunciada por Clinton, "debemos convocar al espíritu del Plan Marshall para que en. los próximos 50 años contribuya a construir una, Europa, por primera vez en la historia, democrática, en paz y no dividida". Aunque no. todos comparten es' e entusiasmo en EE UU, por el temor a la inestabilidad política y económica del Este de Europa y para no implicarse en conflictos nacionalistas que puedan arrastrar a la intervención armada, la reflexión de Clayton sigue predominando: como señala la profesora de la Universidad de Yale Diane Kunz en las páginas especiales que Foreign Affairs dedica al 50º aniversario, "cuando los intereses vitales de EE UU están en juego, el gasto de dólares norteamericanos en ayuda extranjera puede justificarse muy bien. Esto fue verdad en tiempos del plan y sigue siendo verdad hoy".

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