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BALONCESTO NBA

Rick 'Midas' Pitino

Santiago Segurola

Es el hombre que llega a Boston para devolver el orgullo a los célebres Celtics. El hombre es Rick Pitino, un midas del baloncesto que ha gastado toda su carrera como entrenador en levantar equipos y dirigirlos hacia el éxito. Lo ha hecho en Boston University, en Providence, en los Knicks de Nueva York y especialmente en la universidad de Kentucky, donde Pitino se ha consagrado como el talento más cotizado de América. Exactamente 70 millones de dólares(unos 10.150 millones de pesetas) por siete años de contrato, más la propiedad del 10% de las acciones de los Celtics.Su divisa podría ser pasión y orden. Sobre su pasión en el baloncesto no hay duda. Creció en Nueva York con la esperanza inútil de convertirse en un gran jugador. No tenía el físico ni la calidad para acceder a la NBA. Pero siempre entendió el juego y lo que le proporcionaría.

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Trabajó como asistente en la universidad de Syracuse y como técnico de la casi anónima Boston University. Ya por entonces comenzó a tejerse la leyenda sobre su apasionada relación con el baloncesto. En su noche de bodas recibió una llamada de Joe Boeheim, entrenador de Syracuse. Le ofrecía el puesto de asistente, pero debía entrevistarse con él esa misma noche. Pitino acudió a la cita. La mayor parte de la luna de miel la gastó en reclutar a Louis Orr un prometedor juvenil que residía en Cincinatti (Ohio).

En la pista, su pasión por el baloncesto se traduce en un juego demoledor, confiado principalmente a la defensa, tanto en sus equipos universitarios como en su periodo de dos años al frente de los Knicks. "La premisa básica de mi sistema es agotar a los rivales con una presión defensiva extenuante y con un constante movimiento en el juego de ataque", dice Pitino en el primer párrafo de su autobiografía Born to Coach (Nacido para entrenar). Es un libro publicado en 1988, después de su primer año en los Knicks, donde el trabajo de Pitino tuvo un rédito instantáneo. La franquicia neoryorquina, como ahora sucede con los Celtics, vivía en una mediocridad insoportable, sólo superada por el entusiasmo, el vigor y los conocimientos de Pitino.

Pero en su papel de reconstructor, nada ha sido más memorable que el legado que deja en la universidad de Kentucky. Llegó en un periodo infamante, con el equipo sometido al descrédito de las trampas en el reclutamiento de jugadores y al durísimo castigo impuesto por la Liga Universitaria. Pitino devolvió el esplendor a Kentucky con un título y dos presencias en la Final Four. Pero la posibilidad de conducir a los Celtics a la gloria ha podido más que nada. "Nunca volveré a ver ganar a mis Celtics un anillo de la NBA", declaró recientemente el gran Bob Cousy, el base que revolucionó el juego en los finales de los 50 y principios de los 60. "Estoy aquí para que Cousy vea ganar un título a los Celtics. Ese es mi compromiso", ha respondido Pitino.

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