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Reportaje:SALUD

La terapia de autocontrol reduce un 80% las complicaciones en diabéticos jóvenes

Un 6% de la población de los países industrializados padece déficit de insulina

Actualmente existen en el mundo cerca de 120 millones de enfermos diabéticos, aunque muchos de ellos no saben que lo son. La diabetes es, además, la tercera enfermedad que más muertes causa, sólo superada por el cáncer y el infarto de miocardio. Las campañas de divulgación son fundamentales para detectar a tiempo la enfermedad y atenuar sus consecuencias. Con este objetivo se celebra el próximo jueves el Día Mundial de la Diabetes, con la finalidad de llamar la atención sobre una patología que afecta en los países industrializados a un 6% de la población adulta.Más de 10.000 casos de ceguera y 25.000 amputaciones podrían evitarse al año en la UE con una buena información sobre la diabetes, según la Federación Internacional de la Diabetes (FID).

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Insulina y disciplina

Esta celebración coincide con el 75º aniversario de la aplicación de la insulina en esta enfermedad, y hoy, siete décadas después de su descubrimiento, las inyecciones de insulina siguen siendo el único tratamiento válido para la supervivencia de los enfermos de diabetes tipo I, también llamados diabéticos jóvenes o insulinodependientes y los de mayor riesgo de sufrir complicaciones.

Desde ceguera a infarto

Según datos de la FID, un control de glucemia adecuado, acompañado de ejercicio físico y dieta sana, permite reducir en cerca de un 80% el riesgo de sufrir las complicaciones que hacen temible a esta enfermedad: ceguera, nefropatías, arteriosclerosis, neuropatías, amputaciones por gangrena, infarto de miocardio, impotencia sexual, etcétera."El principal logro ha sido enseñar a los pacientes el autocontrol del nivel de glucosa en la sangre, lo que les permite adaptar el tratamiento a las diversas circunstancias, modificando las dosis de insulina, ajustando la dieta o programando el ejercicio físico", comenta Luis Felipe Pallardo, jefe del servicio de endocrinología del hospital La Paz de Madrid.

Valiéndose de un determinador de glucemia del tamaño de una calculadora y un aparato para la inyección subcutánea parecido a un bolígrafo con cartuchos de insulina, el diabético insulinodependiente aprende a llevar una vida normal, suministrándose las dosis que su cuerpo necesita en cada momento.

Adela Rovira, presidenta de la Federación Española de Diabetes y jefa del servicio de endocrinología del también madrileño hospital de La Concepción, asegura que "es fundamental la educación y el diálogo entre paciente y médico; un diabético que conoce bien su enfermedad y sabe cómo actúa la insulina avanza muchísimo en el tratamiento, evitando, atenuando o retrasando las complicaciones".

El perfeccionamiento en la utilización de diferentes tipos de insulina, combinando las de acción rápida e intermedia, según las necesidades puntuales de cada paciente, y su fabricación mediante ingeniería genética, imitando la estructura de la insulina humana, también han contribuido a facilitar el equilibrio aproximado del azúcar en la sangre.

En cuanto a las alternativas terapéuticas, el fracaso en los experimentos de administración de insulina por vía oral, en supositorios o mediante inhaladores nasales ha encaminado las investigaciones hacia los trasplantes y el implante de bombas de infusión.

El trasplante de islotes pancreáticos persigue introducir en el páncreas células secretoras de insulina, pero se enfrenta al problema de que "los nuevos islotes son agredidos por el mismo proceso autoinmune que había desencadenado la diabetes en primer lugar. Se ha estado elaborando encapsulamientos de islotes con distintas estrategias para protegerlos, pero sigue en una fase investigacional", explica Julio Freijanes, jefe del servicio de endocrinología del hospital Marqués de Valdecilla, de Santander.

También existe la posibilidad del trasplante de páncreas completo, pero se practica únicamente a la vez que el de riñón, cuando se da una insuficiencia renal, de modo que ambos órganos trasplantados compartan el tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo posoperatorio.

Otra opción en fase de prueba es implantar una bomba de infusión, un aparato de tamaño semejante a un marcapasos cardiaco que hace las funciones de un pancreas artificial; mediante un sensor detecta los niveles de glucosa y en relación a ellos suministra la cantidad de insulina necesaria en cada momento. El inconveniente de este sistema es que los sensores sólo resisten un par de días la acción de los sistemas de defensa del organismo.

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