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Reportaje:EXTRAÑA MUERTE EN EL BIDASOA

El gran amañador en el 'caso Zabaltza'

Empieza a abrirse paso, de forma alarmante, la posibilidad de que las pruebas fueran manipuladas

Diez años después de que la justicia diera por contestada la pregunta "Nola hil zen Zabaltza?" ("¿Cómo murió Zabaltza?"), los forenses de San Sebastián revisan estos días las pruebas que llevaron al juez a determinar, en concordancia con la versión oficial, que aquel detenido sospechoso de colaborar con ETA murió en aguas del río Bidasoa. Hipótesis cuyo mero enunciado provocaba entonces reacciones de vértigo, sospechas que recorrieron como un escalofrío la médula espinal de la sociedad vasca, están cobrando fuerza a la luz de las nuevas revelaciones y testimonios.Lo paradójico es que las actuales versiones contradicen un fallo judicial exculpatorio asentado en los resultados de dos autopsias diferentes y en los minuciosos análisis de peritos y expertos de la policía científica. Lo alarmante es que ahora empieza a abrirse paso la posibilidad de que aquel conjunto de pruebas periciales, avaladas por una autoridad forense como el doctor Luis Concheiro, aceptadas sin casi oposición por la experta danesa impuesta por la familia de la víctima, Kareen Helverg, fuera efectivamente manipulado.

El monstruo que vivió aquellos años instalado en el Ministerio del Interior se está revelando como un gran amañador. La supuesta falsificación de las pruebas de los casos de Lucía Urigoitia y ahora también de Mikel Zabaltza ilustra sobre la fragilidad de la ciencia, forense aplicada y de las investigaciones judiciales. Demuestra hasta qué punto la verdad se torna escurridiza cuando se enfrenta a un poder autónomo crecido a la sombra de la impunidad, extremadamente osado y competente en la ocultación de sus fechorías.

Los forenses donostiarras se preguntan en. estos días si la taladrina, una sustancia química utilizada como lubrificante industrial, puede filtrarse por sí sola a la sangre y a los tejidos de una persona ya cadáver. La presencia de taladrina en el cuerpo de Mikel Zabaltza fue determinante a la hora de establecer que el detenido había muerto ahogado en el río Bidasoa, toda vez que esa sustancia se encontraba en esas aguas a consecuencia de un vertido realizado anteriormente por una industria de la zona. Los investigadores recuerdan ahora que antes de que el cadáver del conductor de autobuses de San Sebastián, detenido por supuesta y nunca acreditada relación con ETA, apareciera flotando en aguas del Bidasoa, la noticia del vertido ilegal de taladrina había sido ya publicada en los medios de información locales.

Durante los 19 días transcurridos entre el 26 de noviembre y el 15 de diciembre de 1985, un periodista escribió incluso que 11 si Mikel Zabaltza ha muerto ahogado en el río Bidasoa, su cadáver debe tener muestras de taladrina". La versión oficial estableció que en la madrugada del 26 de noviembre de 1985, Mikel Zabaltza, de 32 años, natural de Orbaizeta (Navarra), se había zafado de los guardias que le custodiaban cuando se dirigía a localizar un zulo de ETA. Añadió que el detenido había propinado una patada en los testículos al agente que le vigilaba y había desaparecido a través de una pequeña abertura existente en la pared del túnel de Endarlaza, en el límite fronterizo entre Guipúzcoa y Navarra. A partir de ahí, se deducía que el huido había caído forzosamente al río que discurre en paralelo con el túnel y probablemente habría ganado la orilla francesa.

Todo pareció sospechoso, porque el conductor de autobuses urbanos de San Sebastián no aparecía ni en Francia ni en España y resultaba difícil de creer que un hombre esposado y sin saber nadar buscara la huida a través del río. A los fiscales de la época les pareció igualmente extravagante que tras la supuesta fuga los guardias reaccionaran encaminándose a una cabina de teléfonos en Behobia cuando allí mismo en Endarlaza, al borde del camino que conduce al túnel, disponían de un cuartel del mismo cuerpo. Les pareció harto extraño que ninguno de los agentes del puesto de Endarlaza hubiera detectado aquella noche la presencia en las inmediaciones del cuartel de los vehículos y compañeros del cuerpo que supuestamente habían trasladado a Zabaltza al lugar.

La primera autopsia que se le practicó al cadáver se realizó en Navarra y el delegado del Gobierno en esa provincia en aquellas fechas era Luis Roldán. Todo apuntaba a un oscuro episodio porque, además, la novia de Mikel Zabaltza, detenida en la misma operación y puesta en libertad sin cargos al igual que los otros cinco detenidos aquella noche, había declarado que mientras era conducida por uno de los pasillos del cuartel de Intxaurrondo, vio a un hombre tumbado en una camilla. "Creo que era Mikel, oí a un guardia decir 'está mal", declaró la novia del desaparecido. Frente a las incongruencias y las lagunas que ofrecía el caso, la prueba de la taladrina terminó imponiéndose, aunque hubo quienes vieron un exceso de precisión y coherencia en los elaboradísimos testimonios de aquellos cualificados jóvenes oficiales de la Guardia Civil que cargaron con la tarea de ratificar la versión oficial.Ahora que aflora la versión de que Mikel Zabaltza murió en el cuartel de Intxaurrondo víctima de la bañera -tortura que consiste en la inmersión de la cabeza del detenido en un líquido-, que narra que su cuerpo estuvo sumergido en agua recogida expresamente en el río Bidasoa mientras permaneció oficialmente desaparecido, que habla de sustancias inyectadas al cadáver, se explica, pues, que la prueba de la taIadrina esté siendo cuestionada. Los forenses recuperan la incógnita que suscitó en su día el hecho de que no se detectara la presencia de diatomeas -algas microscópicas, cristales en estado vivo o fósil inherentes al lodo de los ríos- en el corazón o en la sangre del ahogado. Es un dato que, si no hubiera sido por la taladrina, habría llevado a la conclusión de que el líquido que Zabaliza aspiró hasta la asfixia no procedía del Bidasoa.

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El caso devuelve las preguntas que en su día quedaron sin respuesta. "¿Es normal no encontrar signos de destrucción parcial por la acción de la fauna del río en un cuerpo que ha permanecido sumergido 19 días?". "¿Es normal no encontrar signos de erosión en el rostro y las manos de un cadáver arrastrado por las aguas y sometido al roce contra elementos del fondo?". "¿Por qué la taladrina presente en el estómago de la víctima tenía una concentración 10 veces superior a la que existía en el río Bidasoa?"A expensas de lo que decida el nuevo juez encargado del caso, nadie descarta siquiera la posibilidad de que se proceda a una nueva autopsia. Aunque el cuerpo de Mikel Zabaltza descansa en el cementerio de Orbaizeta desde hace 10 años, su figura sigue presentándose con la lividez blanda e hinchada de los ahogados, sigue apareciéndose empapada, chorreando agua de caracterísicas indeterminadas. Maritxu Guller, la adivina local, ya fallecida, a la que se le consultaban todos y cada uno de los siniestros enigmas de la época, acertó plenamente cuando dijo con gesto pesaroso que veía al desaparecido Mikel Zabaltza empapado en agua. Quienes le consultaron, mientras los submarinistas rastreaban infructuosamente el Bidasoa y la pregunta "Nun dago Zabaltza?" (¿"Dónde está Zabaliza?") permanecía suspendida en los comentarios de los vascos, leyeron en las palabras de la adivina el mensaje de que Mikel Zabaliza estaba ahogado en el río. Nunca pensaron que pudiera estar en Intxaurrondo sumergido en una bañera o en una piscina rellena con agua del Bidasoa.

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