Editorial:

Calendario argelino

SI SE aplicara con rigor, limpieza y participación de todas las fuerzas políticas el calendario anunciado el domingo por el presidente argelino, Liamín Zerual, existirían motivos para vislumbrar una luz al final del largo túnel de la guerra civil que ensangrienta el país magrebí. Zerual ha prometido la celebración en los próximos 12 meses de una "conferencia nacional", un referéndum de reforma constitucional, unas elecciones legislativas y otras municipales. Pero el poder argelino, sustentado en el Ejército y los servicios de información militares, ha dado en los últimos años suficientes muest...

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SI SE aplicara con rigor, limpieza y participación de todas las fuerzas políticas el calendario anunciado el domingo por el presidente argelino, Liamín Zerual, existirían motivos para vislumbrar una luz al final del largo túnel de la guerra civil que ensangrienta el país magrebí. Zerual ha prometido la celebración en los próximos 12 meses de una "conferencia nacional", un referéndum de reforma constitucional, unas elecciones legislativas y otras municipales. Pero el poder argelino, sustentado en el Ejército y los servicios de información militares, ha dado en los últimos años suficientes muestras de falta de valentía y generosidad como para hacer sospechar que esos tres pasos pueden verse reducidos a meras operaciones de maquillaje.La única posibilidad de que no sea así es que el régimen libere a los opositores encarcelados que no han participado en acciones violentas, incluidos Abasi Madani y otros líderes moderados del FIS, y negocie con amplitud de miras con todas las fuerzas de la oposición, y en primer lugar con los partidos laicos e islamistas firmantes, en enero de 1995, del proyecto de reconciliación nacional llamado acuerdo de Roma. Si la "democracia pluralista" anunciada por Zerual significa más o menos todo esto, hay una posibilidad de que la mayoría de la sociedad argelina encuentre una salida consensuada a la guerra civil. Quizá ello no terminaría de inmediato con las acciones de los islamistas radicales, muy en concreto el GIA, pero los dejaría mucho más aislados de lo que lo están ahora.

Entretanto, la triste realidad es que continúan a vuelo de pájaro de las costas baleares y levantinas de España los bestiales atentados y secuestros por parte del GIA -que sigue teniendo en su poder a un grupo de monjes franceses- y las duras respuestas -censura de los medios de comunicación, redadas masivas, torturas y ejecuciones sumarias- por parte del régimen. El último fin de semana se saldó con el asesinato en Argel de un ex ministro del Interior, la muerte de dos personas en Tizi Uzu a causa de la explosión de una bomba y un enfrentamiento en la capital entre un comando del GIA y la policía.

En unas declaraciones recientes a la prensa europea, Alí Yahia Abdennour, presidente de la Liga Argelina para la Defensa de los Derechos Humanos (LADDH), ha vuelto a trazar el sombrío cuadro de un país en el que la población se ve sometida a una doble violencia, la del Estado y la de los grupos islamistas, que se alimentan mutuamente. El presidente de la LADDH ha tenido el coraje de decir en voz alta lo que susurran tantos argelinos: algunos atentados atribuidos al GIA y difundidos a gran escala por los medios de comunicación son "teledirigidos" por la seguridad militar.

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El caso es que, como afirman Alia Yahia, la periodista independiente Selima Ghezali y otras fuentes de la sociedad civil argelina, en el seno del poder existe un combate intenso entre los partidarios del garrote a toda costa y los que defienden la necesidad de la apertura y la reconciliación. Zerual se situaría en una posición intermedia, y de ahí las ambigüedades de su política. Los pasos anunciados ayer por el presidente argelino son formalmente importantes, pero su verdadera dimensión no podrá ser juzgada hasta que se conozca si van a tener verdadero contenido. Si la "conferencia nacional", el referéndum y las elecciones legislativas y municipales quedan reservadas a los grupos ya afines al poder, Argelia tiene muchas probabilidades de seguir en el vendaval.

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