Tener o no tener
Se presagiaba la derrota socialista y pregunté a algunos de sus dirigentes si habían preparado el día después. En pleno verano del 95, asumiendo todavía la derrota de Leguina en Madrid y la instalación en la presidencia de la. comunidad autónoma de la avanzadilla del PP, mientras el resto de las tribus bárbaras acampaban en las afueras de la capital del Estado, se me dijo que no. Hubo quien me propuso, irónicamente, que en el futuro, resucitada la ética de la resistencia, podríamos recuperar el teatro independiente y a Bertolt Brecht. Especialmente me interesaba saber cómo preparaba el PSOE la travesía del desierto mediático, porque en cuanto forme gobierno Aznar, Radio Nacional, algunas cadenas radiofónicas privadas, las televisiones públicas y al menos un par de las privadas, ni quitarán ni pondrán rey, pero ayudarán a su señor. El patrimonio cultural de la izquierda y su mismísimo imaginario pueden pasar por un duro periodo de ajuste céntrico, centrista y centrado de la memoria histórica y de inculcación, ya sin rubores ni ambages, de las tesis culturales de la- nueva derecha rearmada de sus principios sobre las desigualdades inevitables y el imperativo categórico individual. No es el que el PSOE haya hecho mucho a lo largo de trece años de Gobierno por proponer una jerarquía de valores igualitaria y solidaria, y hay que admitir que los verdaderos abastecedores de pautas culturales han sido los políticos económicos en. una línea no muy divergente de la que pueda sostener la alianza impía entre el PP y CiU, pero de vez en cuando la gestualidad del poder, ese gran sistema de metamensajes, señalaba vergonzantemente que había sido un camino a la izquierda, algo abandonado, es cierto, pero que allí estaba.Al quedarse el PSOE sin medios de comunicación determinantes, cabría la salida estratégica de convertir al propio pardo en un agente de interacción social, capaz de transmitir información y recibirla, metabolizarla y enriquecer ese saber que dicta una comunicación estable con las bases sociales. Pero ur partido moderno con voluntad le hegemonía necesita mucho dinero para mantener un aparato capaz de este prodigio, por más que cuente con el trabajo voluntarista de sus mejores afiliados, y no están los tiempos ni las suspicacias, de momento para favorecer ingresos partidarios extras capaces de mantener este tipo de montajes. Peor suerte va a tener Izquierda Unida, aunque en su caso se tratará de recorrer el corto trayecto que separa la más absoluta pobreza de la nada, ida y vuelta. La carencia de instrumentos mediáticos propios y los graves excesos de gestualidad de sus dirigentes han frustrado una relación comunicativa estable y clarificadora entre las propuestas de IU-1C y sus clientelas potenciales, pero desde 1993 una parte de los medios de comunicación proclives al PP han sido mínimamente hostigantes con Izquierda Unida, porque confiaban en su capacidad de debilitar al PSOE por la izquierda. ¿Van a seguir fiados de esa táctica y conceder a IU crédito para una legislatura de expansión a costa del hipotético desgaste del PSOE en la oposición? Si IU, coherentemente con sus postulados, hace una política de oposición activa y movilizadora a la política de centro-derechá, pocos favores mediáticos' va a recibir y le será recordada su sustancia poscomunista con un énfasis superior al utilizado de vez en cuando por Felipe González o Alfonso Guerra.
Mal de muchos, consuelo de tontos. Las dos izquierdas parlamentarias realmente existentes afrontan el día después en situación más difícil de lo que parece. Cabe dudar que el pacto de derechas que otorgue el Gobierno al PP sea tan frágil y coyuntural como para permitir un desquite electoral anticipado. Si PP, CiU, PNV y Coalición Canaria conciertan, lo harán con vocación de que el pacto dure una legislatura, porque de lo contrario afrontarían unas elecciones anticipadas desde la, incomodidad de tener que dar demasiadas explicaciones. por pactar en algunos casos contra natura. Una vez consumidos los juegos florales. que se cruzan el PP y CiU y guardada en el armario la barretina del señor Aznar, o se gobierna dando impresión de solidez o se desmonta peligrosamente el castillo del naipes y me parece muy bien empleado el símil, tal como se ha planteado un juego condicionado por las cartas marcadas por importantes poderes fácticos, nacionales e internacionales.
No niego que el periodo abierto sea interesante, aunque sólo fuera para comprobar cómo la alianza gobernante recupera la autonomía política seriamente hipotecada por las facturas que debe pagar a los poderes fácticos que la han auxiliado y que le están empujando a la alianza. Y junto a ese espectáculo, no desmerece el que puede derivarse de unas izquierdas mal educadas en la cultura del poder por el poder, la una, y dé fiar su crecimiento a las pérdidas o a las sobras del PSOE, la otra. Cabe sostener el derecho a las esperanzas no teologales y aunque vengan tiempos de silencio queda ese territorio abierto de las nuevas culturas críticas al menos como banderín de enganche para cuantos no quieran renunciar a hacer lo que piensan en relación con la Teoría de las Necesidades, aunque sea al precio de dejar en manos de las izquierdas convencionales, las dos, el pequeño juego de poner a salvo los restos de sus naufragios para construir dos cabañas, la una alto standing y la otra para ir tirando. No se trata de ser o no ser, sino de tener o no tener.
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