Gritos de protesta reciben a Arafat en Ramala
Yasir Arafat se topó ayer en Cisjordania con algo que su amplio y festivo círculo de asesores y aduladores seguramente le venía ocultando desde hace tiempo: el presidente palestino no es una figura popular en Cisordania. De subrayárselo se encargaron más de mil estudiantes que acudieron a recibirlo en Ramala con pancartas de protesta v estribillos hostiles. La policía palestina tuvo que disparar al aire y lanzar unas cuantas granadas de gas para dispersar a los manifestantes, muchos de los cuales se replegaron gritando a los agentes de Arafat: "¡Sois israelíes, sois israelíes?".
El líder palestino, que llegó en un helicóptero egipcio para presidir la primera sesión del Consejo Legislativo en CisJordania, trató de aplacar los ánimos presentándose a la entrada del destartalado edificio de cemento donde se habían reunido los parlamentarios. "Estamos haciendo *lo que se puede", les dijo a los estudiantes, que se reagruparon brevemente bajo la nerviosa mirada de centenares de policías, soldados fuertemente armados y agentes del servicio secreto, con gafas de sol y flamantes pistolas automáticas al cinto..La mayoría de los jóvenes eran alumnos de la cercana Universidad de Bir Zeit y querían una audiencia privada con Arafat para quejarse por el arresto de 370 compañeros durante una redada del Ejército israelí hace cinco días. Pero sobre todo deseaban una explicación al violento allanamiento de la Universidad de Al Nayá, en Nablús, por parte de policías palestinos, con órdenes de detener a militantes y simpatizantes del movimiento islámico Hamás. Desde la ola de atentados contra Israel el mes pasado, la policía palestina ha detenido a más de 900 palestinos en una maniobra que es vista como un intento de: congraciarse y complacer a los israelíes. "Arafat, más escuelas y menos cárceles", rezaba una pancarta. Otra, más sucinta y angustiosa, resumía el sentimiento de muchos palestinos: "Arafat, haz algo".
Evidentemente, lo que Arafat está haciendo es imponer su estilo autocrático en el seno del cuerpo parlamentario de 88 miembros, y prueba clara de ello fue su tajante decisión de celebrar la primera reunión del Consejo a puerta cerrada. Los periodistas tuvieron que abandonar el recinto, y la protesta ¿le la parlamentaria liberal Hanán Ashraui fue ahogada por una orden cortante: "Siéntese usted. Ya le he dicho que esta reunión es secreta".
Instrumento policial
Arafat quiere que el debate interno sea mantenido en reserva porque está preocupado por el tono crecientemente desafiante que van adquiriendo las críticas a su gestión. A las denuncias de ineptitud y corrupción se han sumado acusaciones cada vez más desembozadas de que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se ha convertido poco menos que en un instrumento policial al servicio de los israelíes.
La ira popular a raíz del incidente en la Universidad de Nablús, donde los policías cargaron indiscriminadamente contra los estudiantes, se suma a la enorme frustración derivada del hermético cierre de Gaza y Cisjordania como represalia a la cadena de atentados cometidos por el ala militar de Hamás el mes pasado.
A las preocupaciones de Arafat hay que añadir el malestar que ha causado entre los palestinos el anuncio del primer ministro israelí, Simón Peres, en sentido de que se propone convocar un referéndum para aprobar el acuerdo final de paz con los palestinos. Las autoridades palestinas han denunciado esa iniciativa como un ardid para retrasar las negociaciones y eventualmente imponer cómodamente su plan para la futura Palestina. Revisando drásticamente su opinión inicial, el presidente del Consejo Legislativo, Ahmad Kurei, declaró ayer que si Israel insiste en realizar ese referéndum, los palestinos van a hacer lo propio.
. Ello suena a una amenaza. Todo- el mundo sabe que el acuerdo de paz, tal cual fue sellado con el apretón de manos entre Arafat y los líderes de Israel en Washington en 1993, ahora convence sólo a la minoría, y, de hacerse hoy un plebiscito, no existe ninguna garantía de que el pacto mantenga su validez.
Los síntomas de la rápida erosión de la popularidad de Arafat entre sus compatriotas están por doquier. "Cuando Arafat llegó a Palestina lo considerábamos un héroe. Luego vimos cómo toleró los desmanes de su camarilla y se olvidó de sus promesas. Ahora está actuando sin otra orientación que la que le da Israel. En lugar de protestar por el cierre de los territorios o de ocuparse en mejorar nuestras vidas, se ha volcado totalmente en actuar como un policía israelí", decía ayer Nagila M., una de las numerosas amas de casa de Ramala que se sumaron? a la manifestación de los estudiantes.
En medios bien informados se dice que Arafat está tropezando con dificultades para diseñar su Gabinete ministerial, ya que varios de sus otrora incondicionales cuestionan sus métodos.
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