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El régimen de Castro impide un encuentro de 130 disidentes en La Habana

No habrá, por el momento, reunión alguna de disidentes en La Habana. El primer gran pulso al Gobierno de Fidel Castro ha terminado en retirada. Nadie hubiera podido imaginar hace tres años, en medio de la presión callejera y judicial contra los disidentes, que ese débil. y atomizado movimiento pudiese intentar un "encuentro de unidad" como el que hoy tenía previsto realizar Concilio Cubano. A la cita, que tenía carácter nacional, debían asistir cerca de 130 disidentes en representación de grupos opositores o asociaciones de derechos humanos de los que integran Concilio Cubano.

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El objetivo era crear una especie de Parlamento disidente en el que, por primera vez, todos los grupos opositores pudieran elaborar estrategias comunes de trabajo hacia el futuro. Como se esperaba, a principios de semana las autoridades dejaron claras sus intenciones. Un portavoz del Ministerio de Exteriores cubano aseguró el jueves que el Gobierno "jamás permitiría" una reunión como la que pretende realizar Concilio Cubano, argumentando que los grupos que la integran "están auspiciados, promovidos y financiados por Estados Unidos" y que "Cuba jamás permitirá ninguna injerencia en su soberanía".Tras la ola de detenciones, durante la cual medio centenar de activistas fueron encarcelados, de los que 20 aún no han sido puestos en libertad, las organizaciones más radicales aglutinadas en Concilio decidieron posponer sin fecha la reunión "hasta que las condiciones permitan realizarla".

A pesar de este aparente paso atrás, en los últimos tiempos el Gobierno había actuado con mayor tolerancia con los disidentes. Con la flexibilidad que mostraron, habíamos pensado que el régimen estaba comenzando a aceptar la existencia de la disidencia. Tendrá que llegar el momento en que el Gobierno reconozca que hay una parte de la población que no está de acuerdo con su política", declaró el secretario general del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, Gustavo Arcos Bergnes.

Arcos, en compañía del presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez, se entrevistó el jueves con una delegación norteamericana de representantes de organizaciones no gubernamentales en un salón público, del hotel Nacional. "Hace tan sólo un año esto hubiese sido impensable", reconocía Arcos.

A medida que se introducían las primeras reformas económicas, la presión gubernamental sobre los disidentes fue relajándose. Se fue haciendo algo normal que los activistas se reuniesen con las delegaciones extranjeras y los políticos europeos. Dichos encuentros se producían en casa de los disidentes o en embajadas o residencias de diplomáticos, sin que la policía tomase represalias.

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Ya se toleran encuentros públicos en salones alquilados de hoteles de La Habana. Como ocurrió con el congresista demócrata de Estados Unidos Joe Mockley; el presidente la Unión Democrática de Cataluña, Antoni Duran i Lleida, y con una delegación de la Conferencia Internacional de Sindicatos Libres.

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