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El Prado y el Reina Sofía aportan sus fondos al nuevo museo de La Coruña

El edificio, del arquitecto Manuel Gallego, se inaugura hoy

Un proceso de casi una década de proyecto, obras y, sobre todo, tiras, y aflojas entre distintas administraciones, culminará hoy con la inauguración del Museo de Bellas Artes de La Coruña por la ministra de Cultura, Carmen Alborch, y el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga. El nuevo centro, un espacio abierto diseñado por el arquitecto Manuel Gallego Jorreto, en un antiguo convento de monjas capuchinas, cuenta entre sus fondos con obras de Rubens, grabados de Goya, colecciones de pintura de los siglos XVI y XVII y del movimiento nacionalista del XIX, además de depósitos de los museos del Prado y del Reina Sofía.

Es el primer museo gallego de carácter histórico, adaptado a los nuevos aires museísticos y, según su directora, Ángeles Penas Truque, "el primero de este tipo en Galicia con una planificación museística, desde programas de actividades hasta de restauración o investigación". En sus fondos figuran también cerámica de Sargadelos y el legado del pintor Luis Seoane.El Museo de Bellas Artes es heredero del antiguo museo de la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario creado en 1922, con fondos aportados desde mucho antes por el impulso de los vientos de la Ilustración Y la desamortización. Sin embargo, desde que cesaron, en un edificio neoclásico, que había sido sede del Real Consulado del Mar, se amontonaba una mezcolanza de casi medio millar de obras de muy distinto valor. Fue Precisamente el robo, en septiembre de 1985, de dos tablas de Rubens (posteriormente halladas en Suecia y Miami), lo que impulsó la creación de un nuevo museo.

El arquitecto Manuel Gallego recibió el encargo de diseñar la nueva sede en lo que era la huerta y los restos del convento, cedidos por el Ayuntamiento, a menos de 50 metros del antiguo museo, en el límite de la ciudad histórica con un área urbana moderna, incluso marginal. "Era lo que más me apetecía, proyectar un museo integrado en un área degradada, hacer no un monumento, sino una estructura urbana, una plaza", recuerda, casi una década después de acometer los primeros esbozos.

Las obras comenzaron en 1989, promovidas por. el Ministerio de Cultura con un coste de 846 millones de pesetas y finalizaron en 1994, ya transferidas las competecias de cultura a la aministración autonómica. Paralelamente, un equipo de restauradores del Museo del Prado acometía la no menos ingente tarea de catalogación, restauración y consolidación de fondos, que le ha supuesto a la Xunta una inversión de 23 millones de pesetas.

El edificio ha recibido elogios en varias revistas profesionales y ha conseguido un premio de la CEOE. Gallego Jorreto considera en el museo tres espacios distintos: uno funcional, en donde están ubicadas las áreas de investigación y los talleres de restauración; otro, en lo que queda del convento, para la exposición permanente, "de gran serenidad, donde la luz sólo da dimensión del espacio, no es protagonista"; y un tercero, que acogerá las exposiciones temporales.

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