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Reportaje:

Presuntos inteligentes

El club de los 'genios' internacionales abre en Madrid sus puertas a nuevos cerebros

Ni el escritor Isaac Asimov ni actriz Geena Davis ni el presidente de la Ford, Donald Petersen, tuvieron probablemente tantas incertidumbres antes someterse a la prueba de inteligencia que les abrió las puertas del famoso club internacional Mensa para genios probados. A los que ayer lo intentaron en Madrid -bastantes menos de los esperados-, seis hombres y una mujer, les faltó poco para abandonar.

La cita era a las cinco en un hotel madrileño. Poco a poco fueron llegando ellos, más interesados que ellas, por lo que se ve, en medir sus atributos (intelectuales). Rodaban la treintena y con aspecto de gente normal, de esa que timan en el cambio, en las vacaciones y en las llamadas telefónicas como a todo parroquiano.

Miradas de reojo. Sudor en las manos. Desconfianza. Nadie ha blaba en el pequeño salón, a la espera de demostrarlo todo. Trescientos españoles pertenecen ya a este club de elegidos, que cuenta con miembros selectos en todo el mundo.

Lourdes, representante de la asociación habló. Con un ceceo acusado explicó que se había producido un error con la hora; que la cita era sólo para los organizadores; que esperaran; no, que volvieran a las seis... En resumen, que ella se largaba y que volvería en media hora. Los presuntos inteligentes miraban al techo aparentando soltura. Alguno silbaba.

"No sabes lo duro que es a veces vivir con esto [la inteligencia]", comentaba un miembro veterano del club al fotógrafo de EL PAÍS en una esquina. Lourdes no se había ido. Reapareció en segundos acompañada de un joven con sonrisa de Gioconda -también ceceaba- para deshacer el entuerto y comenzar la prueba. "Son 36 gráficos con una serie de dibujos que tenéis que completar con las opciones que se ofrecen a continuación. Con esto se saca un cociente intelectual que si rebasa la media de la población general os permite ingresar en la organización Mensa. Tenéis 40 minutos", les instruyó.

Tiempo. Tiempo muerto. "Sólo con este test vais a medir la inteligencia", interrumpió un aspirante con barba y ojos miopes. "Sí. ¡Es americano!", le tranquilizó el chico que también ceceaba. Uno menos. Se retiró con una mueca de desaprobación. A lo mejor pasó por su mente el reciente descubrimiento de que es más determinante el cociente emocional que el intelectual para triunfar en la vida.

Tiempo de nuevo. Los presuntos inteligentes se acomodaron como pudieron, codo a codo, en las mesitas de café con el examen que les daría el pasaporte a la gloria y ¡a concentrarse! Los puntos, cuadrados, círculos, triángulos, blancos, negros, mestizos, solos, combinados, entrelazados, chinos con paraguas de incógnitas al cubo -la creatividad no puntuaba-, se complicaban página tras página hasta convertirse en calidoscopios en el fondo de la mente. ¡Y sólo iban por la mitad! El primer desaliento vino cuando les advirtieron que los primeros eran los más fáciles. Pasar el numero 20. Pasar el 22. Algunos parecían más familiarizados con el jeroglífico.

Cuando apenas faltaban cinco minutos para el final, una voz les sacó del viaje neuronal. "Soy el psicólogo de la organización". También ceceaba. "Aquí hay una irregularidad y no podéis sentaros todos tan juntos. Tenéis que cambiaros de sitio". Nadie se levantaba. Quedaba muy poco tiempo. Dos jóvenes le hicieron caso a disgusto. "Dos minutos para terminar", avisó casi al tiempo.

Cuando todo acabó y el calor se pegaba en el cuerpo, los presuntos inteligentes querían saber cómo saldrían de dudas. En teoría, les enviarían el resultado a su domicilio. Pero... "No sé. No sé que va a pasar. Esto no se ha hecho bien. No me han avisado y no podíais estar sentados tan juntos", dijo el psicólogo.

Una chispa de mala leche asomó en la jeta de los presuntos. ¡Cómo iban a copiarse si lo que les interesaba era su propia cabeza! Otra media docena de aspirantes esperaba en la cafetería un posible segundo turno para medir sus fuerzas. ¿Por qué no llevar en la cartera un carné de genio junto al de donante de órganos o del Rayo Vallecano?, seguro que se preguntaban en silencio.

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