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OPERACION CONTRA LA CORONA

"Miente más que habla"

De la Rosa ha disfrazado de rutilante carrera financiera sus fraudes y manejos con dinero ajeno

Es un mediocre licenciado en derecho y con una formación financiera mínima. Suda cuando tiene que escribir más de dos frases seguidas en un papel. "Miente más que habla" aseguran quienes han trabajado con él. A pesar de esas limitaciones, De la Rosa se convirtió en uno de los principales protagonistas de los locos años ochenta en España.Durante esa época y respaldado por una gran bolsa de dinero ajeno, en este caso de KIO, De la Rosa se forjó una biografía a su medida, basada en la mentira y el olvido. Siempre al límite de la ley o incluso un paso más allá, amparándose en el manto del liberalismo, se forjó una leyenda de ingeniero financiero y portador de la modernidad. Algunos, pocos en la era del pelotazo, lo decían de otra manera: "prostitución financiera". Así lo calificó Ricardo Bolufer, presidente del organismo que controla a los auditores.

Echando mano del talonario y de los dossieres, consiguió transformar su historial de descalabros empresariales en una rutilante trayectoria financiera. Su desastrosa gestión al frente del Banco Garriga Nogués, filial catalana de Banesto, que se derrumbó en 198.2 con los cimientos carcomidos por un, agujero de casi 100.000 millones de pesetas -12 veces el capital del banco, todo un récord- se convirtió gracias al dinero kuwaití en un currículum de brillante y joven valor. Como se encargaban de recordar sus hagiógrafos, había llegado a vicepresidente de un banco mediano con tan sólo 33 años.

También consiguió que casi nadie hablase de su padre, Antonio de la Rosa, un conocido franquista que perpetró una monumental estafa de 1.250 millones en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona y que acabó huyendo de España en 1979. Como su hijo, la estafa estaba cortada según el patrón clásico: conseguir dinero a cambio de nada.

Reparto de propinas

Al frente de Torras narcotizó a la opinión pública con un hábil reparto de propinas con las que se granjeó fama de generoso. A sus mejores amigos, les compraba empresas averiadas, que troceadas y desguazadas, tras un suculento reparto de comisiones, acababan indefectiblemente sin una peseta en sus arcas...

Para sus competidores reservaba sus artes preferidas, la neutralización con métojos sicilianos, que abarcaban desde las escuchas telefónicas, el control de vidas privadas o la elaboración de dossieres, hasta el uso de ingentes recursos financieros en operaciones de tiburoneo. Eran asuntos poco rentables para los accionistas pero servían para reconfortar su ego.

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Gracias a esos métodos había conseguido eludir el mal trago de sentarse en el banquillo de los acusados y pagar por su gestión en el Garriga Nogués. Fue aquella una batalla de las que marcan, en la que Conde, entonces presidente de Banesto, y JR, convertido en el hombre de la manguera de KIO, desplegaron sus artes frente a frente. Se cruzaron dossieres, se lanzaron amenazas, sus socios fueron entregados y vendidos y, al final, ambos acabaron amigos, sin nada que reclamarse. La vida los juntaría de nuevo, esta vez como presuntos estafadores en libertad provisional y cómplices en su estrategia de chantaje, -uno al Gobierno y, otro, para no quedarse corto, a la propia Corona.

Desde su despacho en el 484 de la Diagonal de Barcelona, De la Rosa hinchaba su patrimonio mientras el Grupo Torras se desangraba. Un episodio que desembocaría en otra inmensa plusmarca, un agujero de 500.000 millones de pesetas. Con supersónicos aviones privados y lujosos yates despertaba envidia y admiración creciente entre los adinerados que aspiraban a codearse con él.

A su lado estaba un equipo de incondicionales que aceptaban sumisos todas las órdenes. Prestigiosos abogados, como el penalista Juan Piqué Vidal, defensor del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en el caso Banca Catalana, y que ha acabado convertido en portador de sus inquietantes mensajes. Juan José Folchi, abogado del Estado, que diseñaba complejas operaciones financieras para facilitar la desaparición de miles de millones entre paraísos fiscales de nombres exóticos, y que utilizaba las leyes del mercado de valores con la flexibilidad de un chicle. Manuel Guasch, antiguo subsecretario ministerial convertido en representante de De la Rosa ante la administración, usufructuario privilegiado de un yate que acabaron pagando, sin saberlo, los árabes de KIO.

Muchos políticos se disputaban también su compañía. El consejero de Economía de la Generalitat, Maciá Alavedra, por ejemplo, se ha paseado ufano por la cubierta del Blue Le,gend. Alavedra estaba tan orgulloso que incluso hizo un esfuerzo por sentar a De la Rosa junto a él, en el palco de autoridades del Estadio de Wembley, cuando el Barça ganó la' copa de Europa, de fútbol.

Manuel Prado y Colón de Carvajal, con quien está ahora enfrentado, ha desplegado todo un modelo de discurso para justificar sus antiguas relaciones con De la Rosa, unas palabras que suscribirán a modo de consuelo muchos de los que se dejaron seducir por el encanto de su dinero. Tanto en Madrid como en Barcelona. "Javier de la Rosa era un modelo de padre de familia que merecía todos mis respetos. Me admiraba el entusiasmo con el que defendía a Kuwait durante la guerra. Merecía la pena luchar por él".

El poder del dinero

El poder del dinero obraba maravillas. En 1990, el año de la invasión de Kuwait, las víctimas de las prácticas de De la Rosa se contaban por decenas. En Barcelona, los pinchazos telefónicos habían convertido los teléfonos en elementos inservibles para mantener conversaciones importantes. Los dossieres sobre la vida privada de los enemigos de De la Rosa corrían por redacciones y despachos de negocios. Pero un sector de la élite española hacía la vista gorda y se empeñaba en asociar el dinero con la inteligencia y los buenos modales. De la Rosa en traba con Mario Conde en el se lecto grupo de la llamada corte veraniega del Rey.

Ayer en El Mundo, el periodista Jesús Cacho pedía que todos los culpables fueran desenmascarados, "Con Javier de la Rosa el primero, sí, abriendo, a riendo el cortejo, pero con todos los demás detrás -abogados, políticos financieros ...-todos los que se sirvieron de él para medrar".

Tal vez este mismo periodista podría empezar releyendo uno de sus libros más conocidos, Asalto al poder, en cuyas páginas se encuentran frases como ésta: "Javier de la Rosa Martí, un hombre polémico donde los haya, pero al tiempo una cabeza privilegiada para las grandes opraciones financieras, se ha convertido en unos pocos meses en el factótum de la economía y las finanzas españolas. Es como si su talento hubiera estallado en poco más de un año en una variedad de combinaciones inalcanzables para sus numerosos enemigos. No sería aventurado afirmar que Javier es, en realidad, el auténtico eje sobre el que pivotan los grandes negocios que este año 1987 están teniendo lugar en un país llamado España".

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