Los tronos vacíos
En Black Grape, se concentra toda la energía de una comitiva reunida por Shaun Ryder (ex Happy Mondays) con la intención musical del baile para ir rapeando los fogonazos mentales de su artífice. En el pequeño escenario los siete componentes, hacinados como su propia música, repitieron, desde el primer tema hasta el último, la misma posición musical que les sirvió de coordenada para no perder compás.Las voces de Shaun y Kermit, en una mano el micro en la otra una cerveza, estuvieron en permanente encontronazo para terminar de rellenar cualquier hueco que quedara en blanco. La etiqueta de Black Grape es reconocible, personal e inconfundiblemente barullera; la anarquía en el pentagrama de sus canciones llega a tocar la fibra de la diversión pero, a pesar del esfuerzo y la intención, el resultado termina siendo una realidad ligeramente desenfrenada.
Mercedes Ferrer quizás sea una de las artistas que mejor conocen los escenarios madrileños, pues la mayoría de las pequeñas salas que programan conciertos han tenido el privilegio de ofrecer en directo y sin mucha parafernalia a una de las bandas más profesionales del panorama nacional. Como una reina sin trono, aunque con la fidelidad de una cantidad considerable de seguidores, Mercedes continúa sin pausa dando excelentes conciertos dirigidos por su voz, columna irrompible que sostiene su arquitectura musical. En Stella cantó tan bien que el público se rindió al encanto de su talento, pero además tocó la guitarra con la misma facilidad con la que exprime sus cuerdas vocales.
El guitarrista se ocupó de los adornos con una exactitud que no olvidó la dulzura; la batería contundente, sin mayor protagonismo que el necesario y un bajo envolviendo de detalles el recorrido por el hilo bien tensado de las canciones de Mercedes.
