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EL 'CASO GAL'

Paco Álvarez, servicios especiales

El ex policía ha mantenido estrechas relaciones con Javier de la Rosa

Francisco Álvarez desembarcó definitivamente en Barcelona en 1986. En medios empresariales, el ex policía era conocido por sus estrechas relaciones con el ubicuo Javier de la Rosa, generoso comprador de informes, además de por sus vinculaciones con los GAL.Aunque Álvarez siempre negó que De la Rosa fuera algo más que un buen cliente, muchos insisten en que las relaciones entre ambos eran muy estrechas, casi inextricables. El ex policía actuaba como brazo armado para asuntos de seguridad e información del antiguo hombre de KIO, quien, por su parte, aportaba el fluido financiero para sostener las operaciones.

A De la Rosa siempre le ha gustado presumir de estar muy bien informado y las buenas relaciones con Álvarez eran una condición para ello. Por ejemplo, nada más estallar el escándalo de las escuchas del Cesid, un regocijado De la Rosa relató a sus íntimos que el próximo capítulo sería la revelación de las verdaderas circunstancias que rodearon la muerte de una persona y de los movimientos realizados por alguien del Gobierno para fabricar una versión distinta de los hechos. No ha faltado quien se ha acordado de sus palabras al ver publicado el episodio del tiro en la nuca contra la presunta etarra Lucía Urigoitia.

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Otro ejemplo. El pasado viernes, aseguran varias fuentes, estando aún reciente la puesta en libertad del ex secretario de Seguridad del Estado, Rafael Vera, De la Rosa ya pregonaba, cuando aún no era público, que la declaración de ÁIvarez ante Garzón, un 18 de julio, fecha de resonancias entrañables para el financiero, iba a ser "un golpe de Estado".

Una prueba más de las excelentes relaciones entre Álvarez y De la Rosa es el relato de lo que les ocurría a los ejecutivos que ingresaban en alguna de las empresas del Grupo Torras o, más adelante, de Grand Tibidabo, todas ellas en la órbita de De la Rosa. A los pocos días de incorporarse a su puesto recibían la visita del ex agente: amable, simpático y elegantemente vestido; lejos, en fin, de la imagen tópica del policía.

Álvarez se presentaba como "hombre de la máxima confianza de Javier para servicios especiales, de información...". Si el ejecutivo dudaba de la seriedad de estas afirmaciones, el propio De la Rosa se encargaba de despejarlas: "Ningún problema, oye; con Paco lo que haga falta, como si fuera de la familia".

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Mientras el poder financiero de De la Rosa se mantuvo en la cresta de la ola, gracias a los petrodólares aportados a fondo perdido por los árabes de KIO, las empresas de Álvarez, Check In y Mantenimiento Instalaciones Telefonía (MITSA), marcharon viento en popa. Quail, la sociedad del financiero, invertía un promedio de 600 millones anuales en seguridad.

La bonanza de los negocios de Álvarez era tan visible en aquellos años que algunos empresarios de postín se plantearon la posibilidad de convertirse en accionistas de algunas de sus empresas, especialmente de MITSA, que proyectaba implantarse en Argentina.

Estos empresarios llegaron a recabar información sobre las actividades de Álvarez e incluso recibieron informes favorables de los mandos policiales de Barcelona. Sin embargo, alguien les alertó de las estrechas relaciones del ex policía con De la Rosa y acabaron descartando la operación.

Si estos empresarios se hubieran dirigido a los Mossos d'Esquadra, la policía de la Generalitat, la información sobre las actividades del ex policía probablemente habría sido de otro tenor. El grupo de información de este cuerpo llevaba varios años acumulando información sobre Check In. "El dossier sobre esta sociedad medía más de 15 centímetros de alto", según un testigo visual.

Los agentes autonómicos ya estaban habituados a hablar de Paco Álvarez y de su empresa cada vez que se producía una denuncia por pinchazos telefónicos. En algunos casos, los denunciantes habían tenido problemas con De la Rosa. La Fiscalía de Cataluña, que en su momento pidió con éxito el ingreso en prisión del financiero, también posee una importante documentación sobre empresas de seguridad en la que Check In ocupa un lugar de privilegio.

El mercado del 'dossier'

Coincidiendo con los años de máximo esplendor de personajes como Mario Conde y Javier de la Rosa, el mercadeo de dossiers, los pinchazos y la compra de información con fines de presión o extorsión vivió una ebullición comparable a, la de las finanzas.A pesar de que jueces, fiscales y cuerpos policiales acumulaban alarmantes informes, sólo en noviembre de 1993, cuando estalló el caso de las escuchas de La Vanguardia, este mercado entró en crisis y puso en marcha su peculiar proceso de reconversión.

Durante la instrucción judicial del caso, que reveló la existencia de ex agentes del Cesid dedicados a la comercialización de dossiers y cintas magnetofónicas, varios de los implicados citaron el nombre de la empresa de Paco Álvarez, Check In, como una de las agencias de información más activas de la ciudad y para la que habían trabajado.

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