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FERIA DE SAN ISIDRO

Pepín Liria: "A veces me asusto de mi propio valor"

A Pepín Liria le embargaba un sentimiento de alegría al término de la corrida de ayer, tras la que recibía multitud de felicitaciones en el hotel, aunque afirmaba que aún no se le había pasado el susto por la forma en que se la jugó: "A veces me asusto de mi propio valor. Me veo en el vídeo después y digo: este tío está loco, ¿Cómo se la puede jugar así?". Tras la broma, añadía que parte de la culpa también era del público de Madrid, "que me empuja como ninguno y yo no puedo ni debo defraudarle nunca".El de Cehegín explicaba que había apostado una vez más en Las Ventas por la emoción, "en vista de que ninguno de los toros de mi lote, ni de la corrida se prestaba a otra cosa". Y a su lote lo describía como manso y peligroso, aunque al primero le vio posibilidades de triunfo "porque si lo toreabas en la querencia, como hice, repetía y transmitía mucho. Al menos me permitió algún muletazo artístico".

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Una mansada a la antigua

Tras autocalificarse de burro por fallar con la espada, "cuando tenía una oreja que después me habría valido para abrir la puerta grande", aseguraba que "ya con el sexto no había más remedio que meterse entre sus pitones, asustarlo a él, al público y a mí mismo, y rezar".

Luego añadía que a éste se tiró a matarlo con toda su alma, "para que no se me escapase el triunfo". Y aprovechaba para pedir que alguna vez le salga un toro que le permita mostrar su toreo artístico, "ése que aún está inédito en Madrid", aunque sus esperanzas no eran muchas "en vista de las divisas con que me anuncian". Pero matizaba: "No me quejo, ¿eh? Porque mientras llega, seguiré echándole lo habitual. Todo, menos defraudar a la afición a la que le debo lo poco o mucho que soy en la fiesta".

Mulos con cuernos

Tomás Campuzano se mostraba muy gráfico a la hora de enjuiciar a sus toros: "Bueno, lo de llamarles toros es por hacerles un favor, ya que su verdadero nombre es el de mulos con cuernos". El sevillano, que decía estar muy contrariado por esta razón, se lamentaba y pensaba en su apoderado, Ángel Díaz: "Así, y aunque he echado toda la carne en el asador, no puedo darle razones para que se pelee por mí en los despachos para más contratos".Pese a ello, el espada no había perdido el sentido del humor, pues aunque casi no quería entrar en consideraciones sobre el particular juego de cada uno de sus enemigos, al final respondía con sorna: "Es que la pregunta hoy no es cuál me gustó más, sino cuál me disgustó y cabreó más". De su primer toro, se limitaba a comentar que no tenía ni un pase, "ni nada que se pareciera a lo que es la fiesta o el arte". Y del otro, que pertenecía a otra divisa, la de Jerónimo Martínez, comentaba que, dentro de lo malo, al principio se ilusionó mínimamente, "pero después parece que se contagió y se echó a perder, llegando a convertirse, como toda la corrida, en otro mulo con cuernos".

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