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A cadena forzada

Presos de EE UU son obligados a trabajar encadenados junto a las autopistas

Antonio Caño

La severidad de la América profunda vuelve a conmover al mundo. La imágenes de filas de presos con grilletes en los tobillos y encadenados entre sí mientras recogen basuras en las carreteras de Alabama han devuelto a los norteamericanos a los tiempos oscuros de la esclavitud y han abierto una polémica sobre la escalada de métodos inhumanos para combatir la delincuencia en Estados Unidos.

Cuadrilla encadenada, así se llama el proyecto que, si tiene éxito, puede repetirse pronto en otros Estados.

Ni siquiera se trata de presos con delitos mayores. Son pequeños ladrones y drogadictos a los que, para hacer frente al problema de la saturación de las cárceles y la reducción de presupuestos, las autoridades del Sureño Estado de Alabama han decidido sacar cada mañana a cumplir con trabajos comunitarios. Llegan a bordo de autobuses y vestidos con llamativos uniformes blancos, sobre los que va inscrito su número de preso. Son puestos de rodillas mientras los guardianes les colocan las cadenas que los unen por manos y pies en grupos de a cinco. Y son distribuidos después por el área para recoger latas y cortar la hierba que bordea las autopistas.

Spencer Bachus, congresista republicano de Alabama, cree que es una gran idea porque "así, cuando los niños los vean desde sus coches, sus padres les podrán explicar que ésas son las consecuencias de haber cometi-. do un crimen".

Los presos han sido autorizados a hacer declaraciones a los periodistas. "Yo no le haría esto ni a un perro", dijo uno de ellos. "Esto es un zoo; cuando nos sacan de la jaula, nos colocan cadenas", comentó otro. "Nos están utilizando para conseguir más presupuesto para el sistema penitenciario", argumentó Carlos Robinson, encarcelado por posesión de marihuana.

"Precisamente, lo que queremos es que los presos se sientan miserables ahí", opina Spencer Bachus. El promotor de la idea, Ron Jones, jefe de prisiones de Alabama, lo ha explicado de manera más clara: encadenar a los presos es "mucho más humano", porque así no hay que dispararles si tratan de escapar. "Yo no quiero dispararles", dijo, "porque si lo haces tienes que llevarlos al hospital y te cuesta 100.000 dólares repararlos". Jones utilizó el verbo inglés, que se traduce por ponerle un parche a una rueda pinchada.

Los guardianes tienen instrucciones, eso sí, de distribuir los equipos de encadenados en perfecta proporción con la composición racial de la cárcel: un 60% de negros y un 40% de blancos.

La Unión Americana para las Libertades Civiles está pensando en demandar a las autoridades de Alabama. Miembros del, Comité de la ONU sobre la Tortura han expresado en Ginebra su protesta por esta "inusual forma de castigo".

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